Servir, dar la vida en rescate por los otros es la actitud de Jesús, que, en palabras de Mons. Oscar Ojea, “concibe nuestra relación fraterna como un servicio al prójimo”. Al comentar el Evangelio del 29º Domingo del Tiempo Ordinario, en un día en que se abre el Sínodo en cada una de las iglesias particulares de todo el mundo, afirma que “los dones que hemos recibido son para servir a los hermanos”.

Para el presidente del episcopado argentino, “el Papa nos convoca a un Sínodo para ser más transparente en la Iglesia y más intenso este servicio y principalmente para anunciar el Evangelio, que es su vocación fundamental”. Según Mons. Ojea, “el Sínodo es un llamado a nuestra responsabilidad”, lo que le lleva a afirmar que “cuando amamos mucho a alguien nos sentimos responsables de su vida y de su destino”.

Durante el Sínodo, nos recuerda el obispo de San Isidro, “vamos a ser consultados sobre cómo está marchando la Iglesia en su camino y qué le falta para marchar mejor. Es como volver a nuestra corresponsabilidad, nuestro bautismo”. Afirmando que “cuando fuimos bautizados todos fuimos hechos hijos del Padre, hermanos entre nosotros, todos ungidos y todos enviados a misionar”, el prelado insiste en que “desde ese ser bautismal vamos a aportar con libertad lo que pensamos, pero también vamos a escucharnos, y al escucharnos vamos a intentar escuchar al Espíritu Santo”.

En ese sentido, se pregunta: “¿Qué nos dice Dios en este momento de la historia para caminar juntos en la Iglesia?”. Él mismo responde diciendo que “este Sínodo, al que nos convoca el Papa, no es un parlamento tampoco es una encuesta ni el resultado de un estudio que nos lleve a sacar un documento. Es escuchar a Dios, y con Él, escuchar el clamor de su Pueblo y escuchar al Pueblo para respirar en Él la voluntad de Dios. Escuchando a Dios y escuchándonos entre nosotros vamos recibir como Iglesia lo que el Espíritu nos dice para caminar mejor”.

Según Mons. Ojea, "también tenemos la oportunidad de expresar, de decir, aquello que pensamos y sentimos para que la Iglesia pueda, al escucharlo también recibirlo y ver aquellas cosas en las que tenemos que cambiar”, inclusive aquellos que se pueden sentir enojados con la Iglesia, heridos y lastimados por algunos gestos y actitudes.

El obispo argentino señala diferentes actitudes en referencia a la Iglesia: indiferencia, aquellos que, sin importarse con ella, reconocen su servicio a la sociedad, aquellos que sienten que van a ser escuchados. Por eso, insiste en que “todos podemos participar, la Iglesia es una casa abierta para todos y el Sínodo quiere expresar esta realidad de casa abierta, de comunidad abierta: caminamos juntos pero vamos escuchando al Espíritu Santo para ir cambiando aquellas cosas que podemos cambiar en orden a servir mejor y anunciar con mayor claridad y frescura el Evangelio de Jesús que es la vocación propia de la Iglesia”.