Comentario al Evangelio del Tercer Domingo de Cuaresma Ojea: “Cuaresma es tiempo de dejar de ser el centro y de poner el centro en nosotros mismos”

Oscar Ojea
Oscar Ojea

“El tiempo de Cuaresma es tiempo de volver a Dios, es tiempo de salir de nuestros pecados”

“Muchas veces a través de haber caído en tantos pecados puede aparecer una lucecita, a veces el mismo pecado puede ser una enseñanza o puede dejar una enseñanza que nos ayude a liberarnos totalmente de él y a crecer”

“Todavía estás a tiempo, todavía puedes ver tu fragilidad, todavía puedes convertirte, aprovecha el tiempo, no lo malgastes, no te creas que estás blindado”

En el tercer domingo de Cuaresma, el obispo emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, inició su reflexión recordando que “Dios revela su nombre a Moisés: ‘Yo soy el que soy’, desde la zarza ardiente”. Para el obispo argentino, “yo soy el que soy significa la plenitud del ser, significa también yo soy lo que quiero ser, la libertad total, y significa también yo soy el que seré, como el Dios que interviene en la historia, que entra dentro de la historia humana”.

Cuaresma

Yo soy el que soy

“Este es el Dios de Israel: Yo soy el que soy interviene en la historia por Jesucristo, interviene fuertemente por Jesucristo, enviando a su Hijo para que comparta con nosotros nuestra vida. Somos su misma carne, su misma sangre, somos seres humanos”, subrayó Ojea. Eso porque “Él camina con nosotros, se interesa por nuestro destino porque es su propio destino”. Por eso, dijo el obispo emérito de San Isidro, “el Evangelio aparece hablando sobre estas tragedias, como nos pasan tanto a nosotros actualmente: en aquel tiempo la caída de la torre de Siloé y una represión brutal que hubo con el ejército del gobernador romano frente a los judíos”.

Según Ojea, “muchas veces, por eso Jesús sale al encuentro de esto tan sutil, cuando vivimos desgracias así, pensamos: no me tocó. No sabemos por qué, pero nos sentimos como que de alguna manera estamos blindados cuando no nos pasa algo así”. Desde ahí recordó que “en tiempo de Jesús se pensaba que a los que les pasaban las tragedias tenían alguna culpa, en cambio a los que no les pasaba nada eran inocentes”. Por eso resaltó que “Jesús se esmera en señalar que estas tragedias ponen de manifiesto nuestra debilidad, nuestra fragilidad delante de Dios, delante de los demás y delante de la misma naturaleza. Somos pequeños, nos creemos muchas veces autosuficientes, pero ciertamente no lo somos, y esto alude a una gran fragilidad interior, a nuestro pecado”.

Tiempo de volver a Dios

Por eso, recalcó Ojea, “el tiempo de Cuaresma es tiempo de volver a Dios, es tiempo de salir de nuestros pecados, es tiempo de dejar de ser el centro y de poner el centro en nosotros mismos”. Eso porque “la soberbia, la vanidad, el orgullo, la falta de humildad, todo esto tiene que ver con el pecado y respiramos muchas veces esto”. Entonces, dijo el obispo, “la Iglesia lo que quiere es que a través de estas propuestas concretas que están citadas en la oración de la Misa: el ayuno, la oración y la limosna, que son medios, medios que nos enseñan a volver a Dios, que nos muestran lo pequeño que somos, que nos ayudan a compartir, son pequeños gestos que ponemos para poder despertar en nosotros la necesidad de volver a Dios”.

Comentando la parábola de la higuera estéril, recordó que “el labrador le contesta al dueño que quiere terminar con la higuera porque hace tres años que no le da nada”, que le lleva a cuestionar: “¿Para qué quiere una Higuera si no le da higos?” Entonces, dijo Ojea, “el labrador le propone esperar un tiempo más, esperar en medio de su destreza, su mansedumbre, que conoce bien el ritmo de la tierra, el tiempo de maduración”. Para el obispo argentino, “muchas veces a través de haber caído en tantos pecados puede aparecer una lucecita, a veces el mismo pecado puede ser una enseñanza o puede dejar una enseñanza que nos ayude a liberarnos totalmente de él y a crecer”.

Eso porque “el Señor con su infinita paciencia espera nuestra conversión y nos da una nueva oportunidad”. Este domingo, según el obispo, “nos quiere gritar todavía estás a tiempo, todavía puedes ver tu fragilidad, todavía puedes convertirte, aprovecha el tiempo, no lo malgastes, no te creas que estás blindado, va a llegar el juicio de Dios. Entonces no sabemos cómo te vas a encontrar”. Desde ahí, invitó finalmente a que pidamos al Señor “poder volver a él, no por miedo, sino por haber experimentado esa paciencia misericordiosa que tiene con cada uno de nosotros”.

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