Comentario al Evangelio del XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “El comer el pan se transforma en tener fe, afirmar la fe”
“Jesús ve en el hambre, en esa necesidad profunda del ser humano de comer, de alimentarse, de necesitar alimentarse; ve un signo del hambre de Dios, de la necesidad de Dios”
“Jesús les quiere demostrar que hay otra hambre detrás de este signo de necesidad humana que es el hambre de Dios que se sacia con la fe. La obra de Dios es que crean en aquel que él ha enviado”
Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo de la Sinodalidad
En su comentario al evangelio del XVIII domingo del Tiempo Ordinario, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina inició su reflexión diciendo que “en el Evangelio de San Juan Jesús toma dos realidades humanas, la del hambre y la de la sed, que marca nuestra dependencia con la naturaleza, nuestra indigencia, nuestro no poder vivir sin agua y no poder vivir sin pan. El tema del agua lo va a tratar con la samaritana, su respuesta será el agua viva. El tema de hambre lo va a tratar en este discurso del pan de vida, respondiendo con el pan de vida”.
Alimentarse signo de la necesidad de Dios
“Jesús ve en el hambre, en esa necesidad profunda del ser humano de comer, de alimentarse, de necesitar alimentarse; ve un signo del hambre de Dios, de la necesidad de Dios. Y solamente se puede saciar con la fe, solamente la fe es capaz de consolar al hombre en esa necesidad casi instintiva del Espíritu de creer en Dios. Por eso el discurso del pan de vida, en este capítulo 6 del Evangelio de San Juan que se va a ir desarrollando en estos domingos”, afirmó Ojea.
“En esta parte que nos toca este domingo, el Señor nos habla de la fe. La obra de Dios es que crean en aquel que él ha enviado porque había terminado la multiplicación de los panes y Jesús les dice: ‘Ustedes me siguen porque han comido pan hasta saciarse’”, según el obispo de San Isidro. Según él, “ellos lo habían buscado para hacerlo Rey y ahora quieren que siga haciendo Milagros. Y Jesús les quiere demostrar que hay otra hambre detrás de este signo de necesidad humana que es el hambre de Dios que se sacia con la fe. La obra de Dios es que crean en aquel que él ha enviado”.
La fe tiene tres dimensiones
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina profundizó las dimensiones de la fe, explicando que: “la fe tiene tres dimensiones. La primera dimensión es el conjunto de verdades en el que creo o la verdad en la que creo. La segunda dimensión es la confianza que me merece aquel que me revela, o aquel que me está diciendo la fe. Y, la tercera dimensión es la fe como entrega, este como ir hacia Dios, abandonarse en Dios, entregarse a Dios, arrojarse en Dios; esta es la fe de la Virgen, una fe que se abandona totalmente en él”.
Entonces, subrayó, “el comer el pan se transforma en tener fe, afirmar la fe; hacer un signo que afirma nuestra fe, es un gran don de Dios la Eucaristía para los cristianos, es un don que no es privado, no es una propiedad privada; es entrar en un conjunto de relaciones que forma un cuerpo, es entrar en un compromiso absoluto con aquel en el que creo, abandonarme hacia dónde me va a llevar y al mismo tiempo tomar sus sentimientos. Al comerlo me lleno de él, al comerlo él penetra toda mi vida y puedo entonces reflejarlo, puedo entonces transmitir a los demás lo que significa ese Jesús en el que creo”.
Finalmente, invitó a pedir al Señor con humildad, “ya que la fe es un don de Dios: ‘Nadie viene a mí si el Padre no lo atrae’. Es la seducción de Dios que nos atrae del Padre a Jesús, pero también es nuestra disponibilidad de estar abiertos a esa atracción del Padre hacia Jesús”. Igualmente llamó a pedir al Señor “el don de la fe, pidámoselo con humildad, pidámosle poder vivirlo día a día. Nuestra fe siempre es imperfecta, pero el Señor es capaz de hacerla más onda cada día y pidámosle ese alimento de nuestra fe. Señor danos siempre de ese pan, que no nos falte el pan de la fe”, concluyó.