Comentario al evangelio del primer domingo de Cuaresma Ojea: “Es posible construir una sociedad que no esté basada y edificada en el consumo que nos enloquece”

“Jesús reafirma su deseo y su compromiso con el Padre de ser hasta el fondo un ser humano, un ser humano que sufre la tentación”
“Tener que pagar precios altos para estar en lugares de poder o en situaciones de poder, renunciando a cosas que hacen a nuestra dignidad, que nos ensucian en lo más profundo”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En el primer domingo de Cuaresma, el obispo emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, ha iniciado su reflexión en torno al evangelio del día recordando que “el Espíritu Santo conduce a Jesús al desierto”, haciendo una invitación: “nosotros en esta Cuaresma también vamos a acompañarlo en el desierto, que es el espacio de la intimidad con el Señor”. Según el obispo argentino, “allí, el Señor manifestó su amor a su pueblo, el perdón de sus pecados, la liberación”.

Jesús sufre la tentación
En palabras de Ojea, “Jesús reafirma su deseo y su compromiso con el Padre de ser hasta el fondo un ser humano, un ser humano que sufre la tentación. El Señor sufre en carne propia las tentaciones del demonio en el desierto, allí será tentado por Satanás”. El obispo subrayó que “nunca dialoga con él, siempre responde con la Palabra de Dios”, resaltando que “al demonio no hay que mirarlo de frente, no hay que enfrentarlo de esa manera, sino que hay que responderle de este modo, con la Palabra de Dios”.
“El Señor quiere ser humano hasta las últimas consecuencias, aceptando la voluntad del Padre”, afirmó Ojea. Según el obispo, “ayuna 40 días y el demonio le dice: en el fondo, si sos hijo de Dios, ¿Cómo no podes comer? ¿Cómo no podes hacer pan?”. Ante esa pregunta, “el Señor responde a esta tentación diciendo: No solo de pan vive hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Para el obispo emérito de San Isidro, “esta tentación es la tentación del consumo”, resaltando que “vivimos en una sociedad donde el hombre se define por lo que tiene”, a preguntarse: “¿Por qué me voy a privar de tener esto o aquello?”. Ante esa actitud, “el Señor corta con esto”, según Ojea. Como alternativa, defiende que “es posible construir una sociedad que no esté basada y edificada en el consumo que nos enloquece, que nos atonta, que no nos deja pensar, que no nos deja ser justamente plenamente humanos, como ha resuelto el Señor por la Encarnación”.
Vender el alma al diablo
Ojea recordó que “la segunda tentación es la tentación del poder: Te voy a dar todo esto si vendes tu alma al diablo, si te pones de rodillas y me adoras”. En el fondo, afirmó el obispo, “hay en nuestra naturaleza como esta tentación, que en el fondo es ilusoria, una tentación autorreferencial de cuidar la propia imagen, de ser la referencia de todo, de ser alabado por todos, de ocupar un lugar superior”. Desde ahí cuestiona: “¿Todo esto a cambio de qué?”, respondiendo que “a cambio de esta venta del alma al diablo, que es tantas veces tener que pagar precios altos para estar en lugares de poder o en situaciones de poder, renunciando a cosas que hacen a nuestra dignidad, que nos ensucian en lo más profundo”.
Finalmente, habló sobre “esta tentación de ponerse por encima de todo y dejarse caer, qué es símbolo de la profunda tentación de la desesperanza”, la tentación de “déjate caer, que todo se vaya al diablo, no importa nada, no importa nada”. El obispo hizo ver que “lo engaña con la Palabra de Dios, o pretende engañarlo con la Palabra de Dios, porque, allí van a estar los ángeles para recibirte cuando caigas”. Ante esas palabras, está la respuesta de Jesús: “No tentarás al Señor tu Dios”. Según el obispo argentino, “esta tentación de dejarse caer que es tan común en el tiempo en que vivimos: no importa nada, no pensemos y que no importe ningún principio, dejémonos caer, que se arreglen”. Es por eso por lo que “así tenemos desastres naturales, así tenemos desequilibrios interiores profundos, sin conversarlos, sin hablarlos, sin profundizar sobre ellos”.
Concluyendo sus palabras, Ojea ha pedido: “que el Señor nos conceda estar bien, junto a Jesús, estar en el desierto con él, poder profundizar nuestra vida de oración y prepararnos para una auténtica Resurrección Pascual”.