Comentario al Evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia Ojea: "La familia es la primera escuela de las virtudes humana, de las virtudes sociales"
“En la familia aprendemos a relacionarnos, aprendemos a vincularnos, no somos autómatas, no somos engendrados por una computadora”
“Cuando vamos a las raíces y queremos honrar nuestras raíces, nos encontramos también con oscuridades. nos encontramos con tantos déficits de amor en las vidas familiares, nos encontramos con tanto pecado, con tanto individualismo, con tanta dificultad para poder querernos, para poder comunicarnos”
“Somos seres humanos, nacemos en una familia y nos debemos a una familia”
“Somos seres humanos, nacemos en una familia y nos debemos a una familia”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En la fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, ha iniciado su reflexión recordando esta celebración y diciendo que “Dios se hace hombre y quiere participar de una familia humana”. Según el obispo, “en la familia aprendemos a relacionarnos, aprendemos a vincularnos, no somos autómatas, no somos engendrados por una computadora. Nosotros somos seres humanos que nos comunicamos a través del corazón, a través del amor. Somos recibidos por amor en este mundo y comenzamos a aprender a vincularnos con los demás”.
Familia generadora de vínculos
Por eso la familia, subrayó Ojea, “es la primera escuela de las virtudes humana, la primera escuela de las virtudes sociales, son como una ventana a la vida. Según sean los vínculos que vamos teniendo en la familia, vamos así creando los vínculos sociales. Y se aprenden de un modo no académico, se aprenden naturalmente”. El obispo de San Isidro afirmó que “así Jesús experimentó el cariño y la protección de San José, el ejemplo de sus padres. San José trabajador y al mismo tiempo fiel a todas las tradiciones judías, lo vemos en esta caravana, como si fuera algo propio de la devoción popular de aquel tiempo judía, ir a Jerusalén, celebrando sus 12 años, su capacidad para poder leer y transmitir la Sagrada Escritura”.
Para el obispo argentino, “el Señor se sumerge en este misterio de la familia que también conlleva la angustia, también conlleva el dolor”, invitando a pensar en tantas familias, recordando que “cuando vamos a las raíces y queremos honrar nuestras raíces, nos encontramos también con oscuridades. nos encontramos con tantos déficits de amor en las vidas familiares, nos encontramos con tanto pecado, con tanto individualismo, con tanta dificultad para poder querernos, para poder comunicarnos. No somos perfectos, sin embargo, necesariamente tenemos que honrar las raíces y buscar desde las raíces cómo hacerlas madurar a estos vínculos, a estas relaciones”.
“No se tiene que escaparnos en este Evangelio maravilloso de la pérdida y el hallazgo de Jesús en el Templo el asombro después de la angustia. El asombro de María y de José al escuchar las palabras de Jesús y el respeto por la vocación de Jesús, el respeto por el destino de Jesús. Esto es tan maravilloso en una familia, el poder querernos y respetarnos. Tenemos temperamentos diferentes, caracteres diferentes; somos personas distintas”, reflexionó.
La familia Trinitaria
Para el obispo, recordando que somos creados a imagen de la Trinidad, “la Trinidad es una familia con personas distintas. Nosotros a imagen de la Trinidad formamos familia, pero cada uno en la familia es distinto”. Citando el texto del Evangelio, destacó el asombro de María y de José al escuchar la palabra del hijo: “¿No sabían que tengo que ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Según el obispo de San Isidro: “ellos se retiraron y María guardaba todo en el silencio de su corazón, María ahondaba, después de la dificultad, después de la angustia, ahondaba en la palabra del Hijo”.
Finalmente pidió que “encomendemos a nuestras familias, encomendemos especialmente a las familias en dificultades, encomendemos la capacidad que debemos tener de aceptar nuestra realidad y transformarla lo más que podemos. Somos seres humanos, nacemos en una familia y nos debemos a una familia. Tratemos de hacerla madurar, hacerla crecer para que podamos así reflejarla en el resto de la sociedad”, suplicando que “Jesús, María y José nos protejan y nos enseñen a ser familia”.
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