Comentario al Evangelio del Segundo Domingo de Cuaresma Ojea: “Cuando nosotros somos sinceros, cuando no escondemos nada debajo de la mesa, todo eso se transparenta”

“Todo conduce hacia esta Gloria y la gloria incluye también la conversación sobre la partida de Jesús, sobre la necesidad de que Jesús parta hacia el Padre”
“No escamotear aquellos temas que realmente son humanos y son trascendentes, son evangélicos y son de Dios al mismo tiempo”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En el Segundo Domingo de Cuaresma, el obispo emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, se ha referido en su reflexión a dos aspectos sobre el Evangelio de la Transfiguración de Jesús: “el primero es la necesidad que tiene Jesús en su corazón de amigo de consolar a los apóstoles; los ha visto tristes, desconcertados, por el anuncio de su Pasión. Él está decidido a cumplir la voluntad del Padre, los ve tristes, entonces, con sus más íntimos inicia esta subida al monte Tabor y allí se transfigura en su presencia, es decir, Jesús les muestra como el final del itinerario pascual. En el fondo les está diciendo todo conduce hacia esta Gloria y la gloria incluye también la conversación sobre la partida de Jesús, sobre la necesidad de que Jesús parta hacia el Padre. Es primero este modo de consolar es el amor de Jesús, el amor transfigura, el amor cambia lo exterior y lo interior, pero también lo exterior”.

El amor es transfigurado
Según Ojea, “el amor es transfigurando, pero hay otro aspecto en la transfiguración. Jesús es tan franco con los apóstoles, no les niega la verdad, no les niega que va a morir, no les niega que va a tener no un mesianismo temporal y triunfalista, sino que va a morir en la Cruz. Entonces los apóstoles prefieren no preguntar mucho, prefieren escamotear el tema y esta actitud es una actitud negativa”. En ese sentido, resaltó que “cuando nosotros somos sinceros, cuando nosotros no escondemos nada debajo de la mesa todo eso se transparenta, nos vuelve transparentes. Decimos eso cuando vemos que un chiquito dice la verdad, es verdadero, es auténtico, decimos es transparente”.
Y, lo que pasa con Jesús, afirmó el obispo argentino, “es que él es la verdad, dice la verdad y no quiere ocultarles nada a sus amigos, entonces se transfigura”. Eso porque “la Gloria tiene que ver con esa sinceridad, con esa autenticidad del Señor Jesús que asume su naturaleza humana, pero que, al mismo tiempo, lo veíamos cuando resiste las tentaciones del demonio el domingo pasado, que al mismo tiempo cumple la voluntad del Padre y ese deseo de vivir la voluntad del Padre y llevar su amor hasta la Cruz, es el que lo transfigura con una luz inexplicable”.
Rumiar la Palabra para edificar la vida interior
Finalmente, invitó a pedir al Señor, como dice esa magnífica oración de la colecta de hoy, “poder escuchar su Palabra, rumiarla para que, edificando nuestra mirada interior, esa capacidad de mirar la realidad y de no evadirla como hacían los apóstoles, de no escamotear aquellos temas que realmente son humanos y son trascendentes, son evangélicos y son de Dios al mismo tiempo, limpiando nuestra mirada interior, podamos contemplar la Gloria del rostro de Jesús que es el final del itinerario Pascual”.