Lunes y martes para preparar la Asamblea, que empieza el miércoles Un primer retiro prepara a los participantes de la Asamblea Sinodal para ponerse “como Moisés en el Sinaí, en presencia del Señor”
Tener sed de Dios, una lógica que no está presente en la cultura actual, mediatizada por “lógicas de la empresa, poder, mercado, fitness. O por lógicas evasivas”
“Nos despojamos de toda resistencia a la voz del Espíritu Santo, para atravesar el desierto y caminar junto al pueblo de Dios hacia la tierra de la Promesa de Dios”
Un primer paso para ser una Iglesia sinodal misionera, que pide la Asamblea Sinodal es “escucha paciente, imaginativa, inteligente y de corazón abierto”
Buscar como “invitar a la gente de nuestro tiempo a entrar en el amplio espacio de nuestra fe”
Un primer paso para ser una Iglesia sinodal misionera, que pide la Asamblea Sinodal es “escucha paciente, imaginativa, inteligente y de corazón abierto”
Buscar como “invitar a la gente de nuestro tiempo a entrar en el amplio espacio de nuestra fe”
Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo de la Sinodalidad
La Segunda Sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad podemos decir que ya ha empezado, no los trabajos, que se inician el miércoles 2 de octubre, tras la misa de abertura, pero sí el retiro previo, y así ponerse “como Moisés en el Sinaí, en presencia del Señor”, como señaló el secretario general del Sínodo, cardenal Mario Grech.
¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?
La reflexión partió de una pregunta: “¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?”, formulada por la madre Maria Ignazia Angelini. La monja benedictina invitó a los miembros del Sínodo a que “dejemos espacio a la escucha asombrada que nos reposiciona y nos prepara para este nuevo comienzo de caminar juntos”. Eso en la fiesta de San Jerónimo, el hombre rudo y colérico que se dejó transformar por la Sagrada Escritura.
Analizando el evangelio del día, destacó que aparece “el inicio de la etapa decisiva”, de Jesús, haciendo un paralelo con el Sínodo. “La misión tiene origen en la pasión, en la invencible atracción de Dios hacia lo mínimo”, y en la forma de estar con Jesús, resaltó. Junto con ello destacó el arte del diálogo, el tener sed de Dios, una lógica que no está presente en la cultura actual, mediatizada por “lógicas de la empresa, poder, mercado, fitness. O por lógicas evasivas”. Para ello, es necesario, como sugiere el Papa Francisco, “una narración que venza las soledades y los silencios”, como modo de abordar el diálogo sinodal, y así conocer “la fuente que mana y corre, aunque es de noche”, en palabras de San Juan de la Cruz.
Un lugar santo de encuentro con el Señor
Una asamblea que es un sentarse juntos, “un lugar santo de encuentro con el Señor que está presente allí donde ‘dos o tres’ se reúnen en su nombre” como dijo el cardenal Grech. Por eso, insistió en que “o entramos en esta perspectiva de oración, de fe, de encuentro con Dios, o no asumimos un auténtico estilo sinodal, no vivimos una experiencia de sinodalidad”, pues el protagonista es el Espíritu Santo.
Para recorrer el camino de la asamblea, que confió a María, el secretario general del Sínodo propuso quitarse “las sandalias de los pies, nos despojamos de toda resistencia a la voz del Espíritu Santo, para atravesar el desierto y caminar junto al pueblo de Dios hacia la tierra de la Promesa de Dios”, despojarse de “ropajes, enfoques y patrones que ayer podían tener sentido, pero que hoy se han convertido en un lastre para la misión y ponen en peligro la credibilidad de la Iglesia”. Todo ello “para que la Asamblea sinodal que hoy inicia su camino sea un Pentecostés renovado, para que el Evangelio de Jesús siga fecundando la vida de toda la humanidad y seamos sinodales y misionera”.
Escucha paciente, imaginativa, inteligente y de corazón abierto
Las meditaciones del primer día de retiro continuaron con las orientaciones del dominico Timothy Radcliffe, que inició sus palabras llamando a buscar en la oscuridad. Un primer paso para ser una Iglesia sinodal misionera, que pide la Asamblea Sinodal es “escucha paciente, imaginativa, inteligente y de corazón abierto”. Eso porque “escuchar a Dios y a los hermanos y hermanas es la disciplina de la santidad”.
El dominico usó cuatro escenas de resurrección según el Evangelio de San Juan para guiar las meditaciones: “Buscando en la oscuridad”, “La habitación cerrada”, “El forastero en la playa” y “Desayuno con el Señor”, resaltando que “cada una arroja algo de luz sobre cómo ser una Iglesia sinodal misionera en nuestro mundo crucificado”. Con relación a la primera, dijo que “nuestro mundo está aún más oscurecido por la violencia que hace un año”, y que, a ejemplo de María Magdalena, “también nosotros estamos reunidos en este Sínodo para buscar al Señor”, en una sociedad occidental indiferente y en una Iglesia en la que se duda si el Sínodo va a conseguir algo, por lo que llamó a la esperanza, a ser buscadores, de diversos modos, a vivir “de una nueva manera y a hablar en un nuevo idioma”, a “vivir juntos más profundamente la vida resucitada”, a preguntarse, pues “Aquí no están prohibidas las preguntas”, recordando el lema de la Academia Dominicana en Bagdad.
Nadie puede quedar excluido en la Iglesia
Radcliffe llamó a imitar la compasión de María Magdalena, de tantos santos y santas, de aquellos que sin conocer a Cristo están llenos de compasión. Algo necesario en un mundo que “está lleno de llanto”, citando ejemplos de eso: Oriente Medio, Ucrania, Rusia, Sudán y Myanmar. Desde ahí destacó que “este sínodo será un momento de gracia si nos miramos los unos a los otros con compasión, y vemos a personas que son como nosotros, buscando”. Eso para superar a quienes se pueden sentir excluidos, pues “María Magdalena también nos recuerda cómo las mujeres a menudo son excluidas de los puestos formales de autoridad en la Iglesia”.
Para el dominico, “la santidad es estar vivo en Dios”, y es por eso de “el reto para nosotros es ayudarnos unos a otros a respirar profundamente el rejuvenecedor Espíritu Santo”, invitó a los participantes de la Asamblea Sinodal. Reflexionando sobre el liderazgo, definió como su primera tarea, “sacar al rebaño de los pequeños rediles y llevarlo al aire fresco del Espíritu Santo”, llamando a “ser predicadores del Evangelio de la vida abundante”, reflexionando sobre algunas posibles actitudes de los participantes de la asamblea, a quienes dijo que “podemos aceptar el riesgo de ser heridos porque el Señor nos ha dado su paz”.
No volvernos estrechos de miras
Radcliffe advirtió que “nuestro feroz amor por la Iglesia también puede, paradójicamente, volvernos estrechos de miras”, citando ejemplos de eso, que lleve a “encerrarnos en un mundo estrecho, mirándonos el ombligo eclesiástico, observando a los demás, listos para detectar sus desviaciones y denunciarlas”. Para eso dejó claro que “este sínodo no es un lugar para negociar cambios estructurales, sino para optar por la vida, por la conversión y el perdón”. Para ello llamó a los participantes a que “superemos toda la violencia que hay en nuestros corazones: pensamientos y palabras violentos”. Eso porque “ninguna discordia puede destruir nuestra paz en Cristo, porque somos uno en Él”.
El dominico advirtió que “algunos dogmas de nuestro tiempo son habitaciones cerradas sin oxígeno: el relativismo, todo tipo de fundamentalismos, el materialismo, el nacionalismo, el cientificismo, el fundamentalismo religioso. Encierran a la gente en pequeñas imaginaciones temerosas”, llamando a abrirse a partir de “las grandes enseñanzas de nuestra fe”, y buscar como “invitar a la gente de nuestro tiempo a entrar en el amplio espacio de nuestra fe”.