Debate en Infobae con diversas visiones de un momento histórico Cinco años de la Statio Orbis: Una oración que dio al mundo “el nuevo horizonte que necesitamos”

'Statio Orbis': rezando por las víctimas de la pandemia
'Statio Orbis': rezando por las víctimas de la pandemia

El Papa nos hace ver que estamos en un tiempo de policrisis, que “nadie puede salvarse solo”. Por eso, planteaba la polifraternidad como respuesta a esa policrisis

El mensaje del Papa Francisco, “no se dirige solo a la cristiandad, sino a toda la humanidad”

La pandemia como el fin de un ciclo, que debe llevar al “renacimiento de un humanismo integrado, un humanismo solidario y un humanismo que respeta a la naturaleza. Un nuevo modo de vivir y de desarrollar la economía y de vivir en sociedad”

Una esperanza que nos da “la capacidad de mirar lo que nos asusta con ojos de la fe, con la seguridad de que algo mejor nos espera si nos abrimos a la gracia que siempre nos ofrece Dios en tiempos de tribulación”

Evitar “el riesgo de olvidar que lo que nos hace verdaderamente humanos no es solo lo que hacemos, sino también cómo nos relacionamos y cómo construimos con otros”

27 de marzo de 2020, un hombre camina solo en una Plaza de San Pedro vacía. Bajo el cielo encapotado que dejaba caer una lluvia fina, el Papa Francisco, ante uno de los momentos de mayor incertidumbre en la historia reciente de la humanidad, implora la luz de Dios desde el centro del catolicismo. Es la Statio Orbis, y con ella el pontífice nos invitaba a recorrer juntos un camino, a construir soluciones para un mundo complejo.

La esperanza nos mueve a comprometernos

Al cumplirse cinco años de aquel episodio singular, en un capítulo más del Día de la Esperanza, nacido en América Latina en 2022, como una idea concebida por diversas instituciones de la Iglesia del continente, Infobae ha organizado un programa especial en el que diferentes voces se han hecho eco de aquel momento, queriendo llamar a esa esperanza que no defrauda, pues “la esperanza es la más fuerte y la más poderosa de las virtudes, porque nos mueve a comprometernos, a buscar el diálogo, a comprender al otro, a comprometernos con lo que nos rodea y sobre todo, a trabajar juntos más allá de nuestras diferencias por un mundo posible para toda la humanidad”, que recordaba la directora del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro, Gabriela Sacco.

Reflexionar sobre ese momento es de particular importancia, pues, a pesar de haber superado el Covid, “nos sentimos si cabe más inseguros que hace cinco años”, decía el prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, cardenal Michael Czerny, que recordaba que el Papa nos hace ver que estamos en un tiempo de policrisis, que “nadie puede salvarse solo”. Por eso, planteaba la polifraternidad como respuesta a esa policrisis, que debe llevarnos a “reforzar la fraternidad dondequiera que estemos, y sobre todo allí donde falta”.

Cardenal Czerny, 5 años Statio Orbis

Llevar el pueblo hacia la presencia de Dios

Eso nos remite al Magisterio del Papa Francisco, que el secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Mons. Lucio Ruiz, llamó el Magisterio de la Misericordia. Analizando aquel momento, destacaba que se produjo “un movimiento que va desde el pueblo hacia el templo, para llevar el pueblo hacia la presencia de Dios”, equiparando la figura de Francisco a la de Moisés, que se aproxima a la Madre, a Jesús Crucificado, adora el Santísimo y bendice con él al pueblo de Dios, quedando como un icono para la historia de la Iglesia y de la humanidad.

Un llamamiento a la esperanza también presente en las palabras del prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, que destacaba la actitud de cuidado del Papa Francisco y pedía para los días de hoy encontrar la esperanza que perdura, hacer un examen de conciencia ante la actual situación que el mundo vive, amenazado por la guerra. De hecho, no podemos dejar de ver aquel momento como una experiencia muy profunda, según el presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, cardenal Pedro Barreto, que afirmó que “la Statio Orbis marcó para la Amazonía un fuerte impulso para la dimensión profética en defensa de la vida, en defensa del territorio, en defensa del bioma”.

Cardenal Barreto 5 años Statio Orbis

Un mensaje a toda la humanidad

Nadie puede ignorar que el mensaje del Papa Francisco, “no se dirige solo a la cristiandad, sino a toda la humanidad”, como recordó el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, Ricardo Lorenzetti, que subrayaba que “todos los sectores de la humanidad deben valorarlo y también trasciende los tiempos, porque cuando Él nos invita a combatir el miedo, es un miedo que todavía ahora existe y tal vez se ha aumentado”, diciendo que la esperanza “es creer en algo, es tener un ideal”, una posibilidad de anunciar un nuevo humanismo.

En esa perspectiva, es necesario fortalecer el sentido de la fraternidad, que nos llama a la compasión, a la cercanía, a la sensibilidad con el otro, sobre todo con el más frágil, el migrante, el pobre, el anciano, algo que pedía el secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano, Lizardo Estrada, que también recordaba el necesario cuidado de la casa común. También desde el CELAM, su secretario general adjunto, Pedro Brassesco, veía la Statio Orbis como un llamado a la esperanza, a confiar en los otros y en el Otro, evitando ver la esperanza como una salvación mágica, pues implica siempre un esfuerzo, un implicarse, recordando las palabras del cardenal Pironio.

Austen Ivereigh

Un Papa desolado ante el dolor

Austen Ivereigh hacía memoria de un intercambio cartas con el Papa en los primeros días de la pandemia, donde percibió una cierta desolación en el pontífice, que no veía claramente una salida a todo el dolor e incertidumbre que se vivía, que lloraba ante el sufrimiento, pero que dio al mundo “el nuevo horizonte que necesitamos”. De hecho, la Statio Orbis fue un momento simbólico, algo muy propio de Francisco, que “habla no solamente en palabras, sino también con rituales o símbolos”, según el teólogo norteamericano, Daniel Groody. En ese sentido, la plaza vacía es vista como expresión de que el pontífice habla a quienes no son reconocidos ni vistos, a las víctimas de la indiferencia de la globalización.

Desde el país que vio nacer a Francisco, el secretario del episcopado, Raúl Pizarro Travers, ve en el Papa un signo de esperanza que se funda en la cultura del encuentro, con todos, pero sobre todo con los más pobres. Eso porque el Magisterio de Francisco es también un cambio de mirada hacia el pobre, que no es solo objeto de nuestra lástima, compromiso y ayuda, sino un protagonista capaz de cambiar la realidad. Por eso, aquella oración de cinco años atrás es una prueba más de que “todos estamos en la misma barca, que nadie se salva solo, que todos nos necesitamos, también a los pobres, que tienen mucho para dar”, en quienes debemos creer, pues los necesitamos.

5 años Statio Orbis Infobae

Llamados a comunicar esperanza

Francisco “es el testimonio de una persona que atrae con su palabra y sobre todo con su testimonio humilde y sencillo”, recordó el cardenal Barreto, que reflexionó sobre la relación entre el Papa y los indígenas de la Amazonía, e insistió en la invitación del Papa a a mirar lejos, sin descuidar la cercanía, la compasión y la ternura con las personas, algo que ve presente en la convocación de la Asamblea Eclesial de 2028. Somos llamados a comunicar esperanza, como decía el Papa en el Jubileo de la Comunicación, recordó Paolo Ruffini, que pidió escribir el futuro desde esa perspectiva de esperanza.

Una esperanza a la que hay que darle un sentido histórico, en palabras de Ricardo Lorenzetti, que habló de la pandemia como el fin de un ciclo, que debe llevar al “renacimiento de un humanismo integrado, un humanismo solidario y un humanismo que respeta a la naturaleza. Un nuevo modo de vivir y de desarrollar la economía y de vivir en sociedad”. Una esperanza que nos da “la capacidad de mirar lo que nos asusta con ojos de la fe, con la seguridad de que algo mejor nos espera si nos abrimos a la gracia que siempre nos ofrece Dios en tiempos de tribulación”, resaltaba Austen Ivereigh, algo que nos debe llevar a soñar en grande, recordando las palabras del Papa en las que señalaba que con la pandemia no se aprovechó para transformar las conciencias y las prácticas sociales.

Daniel Groody

Acompañado por los excluidos y rechazados

Una oración en la que el Papa, según el cardenal Czerny, estuvo acompañado por personas excluidas y rechazadas, por los migrantes que en sus balsas atraviesan los mares. Desde ahí pedía, “abrir nuestros ojos y sobre todo nuestro corazón para recibir la gracia de Dios que nos ha hecho sentir bien”. Una esperanza, que, por ser cristiana, es más que optimismo, según Daniel Groody, pues Dios da sentido a los momentos que parecen no tenerlo, como sucede en la Cruz, lo que lleva a aquellos que sufren, entre ellos los migrantes, a, en los momentos más desesperantes, confiar en Dios y saber que Él tiene y quiere un futuro mejor.

Una oración que tocó el corazón de mucha gente, inclusive no creyentes, recordó el cardenal Barreto, a partir del testimonio de un periodista peruano. Eso porque “la esperanza no es ingenuidad, es convicción en una realidad compleja, en un mundo con crisis sociales, socioambientales, humanitarias, con conflictos que desafían nuestra capacidad de dar respuesta”, concluía Gabriela Sacco, que en un mundo “en el que estamos obsesionados por la eficiencia, por la eficacia y por el logro de objetivos”, llamaba a evitar “el riesgo de olvidar que lo que nos hace verdaderamente humanos no es solo lo que hacemos, sino también cómo nos relacionamos y cómo construimos con otros”. Para ello, la oración, las palabras de Francisco en aquella noche, con las que, con la voz de Lucio Ruiz, se clausuró el debate, puede ser una luz de esperanza para una humanidad tantas veces agarrotada por el miedo.

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