Este evangelio nos llama a sentirnos curados por Jesús y consagrados a escuchar lo que el Espíritu dice hoy a las Iglesias y al mundo. Integrar los excluidos en el amor.
Marcos nos cuenta que un hombre sordo que apenas podía hablar fue llevado a Jesús y la gente le pidió que le impusiera las manos.
El Evangelio de hoy muestra que Jesús, después de haber roto con los religiosos de Jerusalén, cruza el lago y se encuentra con personas sin religión o de otra tradición cultural y religiosa.
Y el pueblo se resiste a la pandemia del virus y a la pandemia de la élite esclavista que en estos días quiere despojar a los pueblos indígenas de lo último que les queda: su misión de guardianes de la Tierra.
Y el pueblo se resiste a la pandemia del virus y a la pandemia de la élite esclavista que en estos días quiere despojar a los pueblos indígenas de lo último que les queda: su misión de guardianes de la Tierra.
| Marcelo Barros.
En este 23º domingo ordinario (del año B), el Evangelio de Marcos 7, 31 a 37, muestra que Jesús sale de Galilea y, en tierra extranjera, revela que el proyecto liberador de Dios y su reinado extiende su amor a todos, sin fronteras de raza o religión.
Es probable que Marcos hable del paso de Jesús por la región de Tiro y Sidón, hoy Líbano, para confirmar la presencia de comunidades cristianas allí en la época en que se escribió el Evangelio (años 70). En este contexto, Marcos nos cuenta que un hombre sordo que apenas podía hablar fue llevado a Jesús y la gente le pidió que le impusiera las manos. Jesús lo saca de la multitud y crea una relación personal con este hombre. Es en la relación afectiva, de persona a persona, tocando a la persona que Jesús la cura. Desobedece las normas religiosas al utilizar la saliva como instrumento de medicina tradicional y toca la lengua del hombre. Como si hacerlo requiriera un esfuerzo, mira al cielo, suspira y dice la palabra aramea: Efata: Ábrete. E inmediatamente los oídos del hombre se abren y su lengua se suelta. Y el hombre comienza a hablar. Y el evangelio recuerda algo del Génesis, cuando Dios insufló a la primera humanidad su aliento de vida. Jesús da a un extranjero una nueva vida al darle la capacidad de escuchar y hablar.
Todavía hoy, ministros y fieles de las más diversas Iglesias piensan que la fe debe expresarse sólo en el ámbito religioso, mediante ritos y normas cultuales, lo que Jesús había denunciado como una actitud falsa e hipócrita.
El Evangelio de hoy muestra que Jesús, después de haber roto con los religiosos de Jerusalén, cruza el lago y se encuentra con personas sin religión o de otra tradición cultural y religiosa. El Evangelio no dice que Jesús haya pronunciado discursos a estas personas. Lo que sí hizo fue curar los males que sufría la gente. Curó a una niña, hija de un extranjero, y ahora está curando a un sordomudo. No sólo no pretende enseñarles nada, sino que, por el contrario, les pide que lo mantengan en secreto y no digan lo que les ha hecho. Y lo que hizo Jesús es lo que el gran Paulo Freire, cuyo centenario de nacimiento celebramos este mes de septiembre, ha demostrado que es esencial en la educación: dar a las personas la capacidad de expresar su propia palabra y de interpretar el mundo en que viven. Paulo Freire basa su método educativo en el diálogo, como Jesús, que abrió primero los oídos del sordomudo para que pudiera oír y hablar.
Para nosotros, ese sordomudo es el símbolo de una multitud de personas que hoy, en términos de educación y conciencia ciudadana, necesitan ser integradas y liberadas de su sordera y mudez. En esos días, en Brasilia, en el campamento de Lucha por la Tierra, más de seis mil representantes de 170 pueblos indígenas llamaron la atención de todo Brasil sobre sus derechos y se colocaron como guardianes de la Tierra. En estos días, tendremos el XXVII Grito del Pueblo Excluido y este grito coordinado por diversas entidades de base, pastorales y movimientos sociales se sumará a la campaña que, hoy, reúne a organizaciones sociales de las más diferentes clases y categorías sociales en el grito “Fuera Bolsonaro”.
El Presidente de la República, atrapado en su locura e incapaz de dar el golpe de Estado con el que amenaza al pueblo a cada momento, promete un violento 7 de septiembre. Al mismo tiempo, médicos y científicos advierten de una nueva variante del Covid que está avanzando en Brasil y que es más peligrosa y mortal que las anteriores. Y el pueblo se resiste a la pandemia del virus y a la pandemia de la élite esclavista que en estos días quiere despojar a los pueblos indígenas de lo último que les queda: su misión de guardianes de la Tierra.
Quizás, en esta coyuntura, lo más sorprendente es que todavía haya pastores y grupos, católicos y evangélicos, que defiendan la barbarie. Apoyan al gobierno del odio y la falta de amor. Algunos lo hacen para defender privilegios para ellos y su grupo y otros por puro fanatismo.
Este evangelio nos llama a sentirnos curados por Jesús y consagrados a escuchar lo que el Espíritu dice hoy a las Iglesias y al mundo y a decir con palabras y con nuestra actitud la profecía del evangelio del amor solidario, de la justicia ecosocial y de la liberación.