Al inicio de la 116ª Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano Luis José Rueda: “Obispos deben ser instrumentos de renovación sinodal”

Luis José Rueda: “Obispos deben ser instrumentos de renovación sinodal”
Luis José Rueda: “Obispos deben ser instrumentos de renovación sinodal”

En la sesión inaugural de la 116ª Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano, el Card. Luis José Rueda, presidente del organismo, insistió en asumir la sinodalidad más allá del término, es decir, apropiarla como una forma de ser Iglesia

"El misionero que ora y trabaja llena, de motivos vitales y espirituales su existencia a la vez que se libera de un falso espiritualismo individualista"

"El discernimiento requerido en la vida de los misioneros tiene como premisa la escucha"

¿Cómo podemos ser una iglesia sinodal en misión permanente? Es una de las preguntas que se plantean los obispos colombianos en el marco de la 116ª Asamblea Plenaria del Episcopado, la primera del año y en la que se congregan 86 obispos entre activos y eméritos para analizar la realidad del país y sus desafíos desde lo político, social y económico.

Ámbitos que la Iglesia conoce por su trabajo pastoral y el acompañamiento permanente que hace en estas situaciones.

Realidades que se comparten a la luz del momento que vive la Iglesia universal, es decir, las propuestas para el discernimiento que surgieron en la primera sesión de la Asamblea del Sínodo que han de contagiarse para enriquecer el camino de fe en los creyentes y la Iglesia ministerial.

En la sesión inaugural de la 116ª Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano, el Card. Luis José Rueda, presidente del organismo, insistió en asumir la sinodalidad más allá del término, es decir, apropiarla como una forma de ser Iglesia, conscientes de que los obispos están llamados a “ser instrumentos de renovación sinodal en el país, fortalecidos con la oración y dispuestos a sobrellevar las dificultades a partir de la escuchay la cercanía con el pueblo de Dios".

Obispos colombianos

Liberarse del activismo

Tomando a Jesús como modelo del misionero que logra armonizar, de manera profunda y madura, la oración y el trabajo, el también arzobispo de Bogotá recordó la importancia de "vivir un encuentro permanente con el Señor que los libere del activismo vacío que los lleva a caer en la pretensión de creerse indispensables y siempre fatigados".

Según el cardenal, “el misionero que ora y trabaja llena, de motivos vitales y espirituales su existencia a la vez que se libera de un falso espiritualismo individualista". Acción y contemplación son simultáneos para la vida cristiana y más para la vida de los obispos. “El silencio orante y la actividad apostólica fortalecen la misión en el encuentro permanente con las personas,” afirmó.

Para Mons. Rueda “si es verdad que somos misioneros que oramos y trabajamos,” tendremos necesidad de la Eucaristía con la doble mesa de la Palabra y el Pan de vida, que alimenta y nos pone en camino como Pueblo de Dios”.

Obispos colombianos

Las marcas del pastoreo

Sin desconocer que parte de la misión del obispo es asumir momentos muy difíciles para la vida de las personas o las comunidades, estas situaciones son una razón para seguir adelante.

“Nos duelen las realidades que tienen que ver con el anti-testimonio de nosotros, los ministros ordenados; nos duele la separación entre fe y vida en los laicos. Nos duele la guerra que pareciera no tener remedio en nuestras regiones, esa violencia que conlleva la subvaloración de la dignidad humana y los atentados permanentes contra la vida de personas y de comunidades enteras”; sin dejar de lado el deterioro de la casa común y la falta de compromiso de los poderosos.

Sin embargo, el también arzobispo de Bogotá insistió en que estos dolores son a la vez motivaciones. “¡Es ahora el tiempo propicio para que, en la colegialidad apostólica, nos ayudemos, y así podamos avanzar en una auténtica sinodalidad, desde el peregrinar profundo de nuestro corazón!”, para lograrlo son claves la fraternidad, la oración y la misión como medicinas.

Obispos colombianos

Escuchar y discernir

“No podemos esperar hasta que llegue el tiempo en que seamos eméritos para comenzar la terapia que nos permita sanar nuestro corazón episcopal,” indicó. Esos dolores representan una marca indeleble de nuestro pastoreo en medio del Pueblo de Dios, por lo que es preciso alimentar “la confianza misionera”, manteniendo dos actitudes básicas: escuchar y discernir.

Sólo podremos discernir en profundidad si estamos dispuestos a escuchar la voz del Espíritu que nos habla en una gran sinfonía de voces: de laicos, de la vida consagrada, de ministros ordenados e incluso de personas que no hacen parte de la Iglesia,” advirtió.

El discernimiento requerido en la vida de los misioneros tiene como premisa la escucha. “Si queremos realizar un buen discernimiento, debemos escuchar. El discernimiento permite que el misionero se vea libre de la superficialidad, del inmediatismo y diversas confusiones que nos distancian de la voluntad de Dios”.

A la final se trata de “ser pueblo de Dios,” ejemplo de una Iglesia que escucha, ama y acompaña a la humanidad, en medio de sus diversidades, aciertos y búsquedas, por lo que cerró su reflexión exhortando a los obispos a llenar su vida de estas motivaciones sinodales y misioneras. “Dejemos que Jesús nos enseñe a ser buenos pastores, buenos evangelizadores y peregrinos de la esperanza,” concluyó.

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