Alabar al Señor
Su hijo, que como su padre, es un sincero creyente, cumple el mandato de su padre de ir a Media a buscar una plata que le había quedado allí y que en los tiempos de escasez en que vivían les venía de perlas. Tobías se pone en camino acompañado por un ángel que va de incógnito. A orillas del rio Tigris, el hijo de Tobías que llevaba el mismo nombre de su padre, un pez quiere atacarle. El acompañante misterioso le dice de coger el pez y sacarle el hígado, el corazón y la hiel que pueden serle de gran utilidad.
Continuaron el camino hasta llegar junto la casa de Ragüel y el ángel dijo a Tobías: “Debemos pasar la noche en esta casa, Ragüel es pariente tuyo y tiene una hija llamada Sara, es hija única, tienes más derecho que nadie a casarte con ella” (Tb 6,12). Pero Tobías oyó decir que esta muchacha ya había sido dada en matrimonio siete veces y en misma noche de la boda murieron los esposos. El muchacho tenía miedo que a él le ocurriera lo mismo y con ello terminaría con la vida de sus padres ya ancianos y también él hijo único.
Tobías se enamoró de la joven y quiso casarse con ella. Su padre hombre honrado advirtió de lo que le había ocurrido a Sara en la misma noche de bodas con los matrimonios anteriores: “Hijo, te debo decir la verdad. Ya antes se la he dado a siete hombres parientes nuestros y todos han muerto la misma noche de boda al acercarse a ella. Ahora come y bebe; el señor hará que os vaya bien”. Todos en esta casa creían y confiaban y alababan al Señor.
Después de haber celebrado el matrimonio en el cual Ragüel alabó a Dios porque le había llenado de alegría y pidió misericordia por la pareja los dos jóvenes fueron a su habitación pero antes de acostarse oraron al Dios misericordioso en estos términos: “Alabado seas, Dios de nuestros antepasados, alabado sea tu nombre por siempre… Tú creaste a Adán y le diste por esposa Eva como compañera y apoyo… Tú dijiste no es bueno que el hombre esté solo”.
Vemos que la oración de esta pareja no es de petición sino de alabanza y bendición, se anticipan a lo que Jesús dijo que el Padre sabe de que tienen necesidad sus hijos antes de abrir los labios. Esta es la misión de los ángeles y de los santos en el cielo. ¿Por qué no anticiparla acá en la tierra?
Si algún lector no ha leído entero el libro de Tobías, le recomiendo que lo haga.Texto: Hna. María Nuria Gaza.