¿El Apocalipsis, un libro del Nuevo Testamento catastrófico?
El último libro del Nuevo Testamento no es ciertamente catastrófico, con la presencia de animales terroríficos, ni el fin del mundo, sino todo lo contrario. Es la joya que termina y recapitula toda la historia bíblica. El libro se inicia con tres bienaventuranzas:
• “Dichoso el que lee,
• dichosos los que escuchan,
• dichosos los que hacen caso de lo que aquí está escrito, porque ya se acerca el tiempo”.
Claro que si queremos encontrar relatos catastróficos en el libro los encontraremos, pero con ello nos perderemos toda la belleza de sus textos reconfortantes.
La voz que oye el vidente Juan le dice: “No tengas miedo: Yo soy el primero y el último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre” (1,17-18). Estas palabras no son tremebundas sino tranquilizadoras y para serenar al vidente posa su mano sobre él.
Ciertamente en todas las comunidades a las que va dirigida la carta, siete, hay cosas que no funcionan, conviene alertar para que se corrijan, es la labor de todo buen educador: corregir y animar. El Espíritu hace una llamada a la comunidad cristiana a la fidelidad: “El que tenga oídos que escuche. Conservad lo que tenéis, hasta que yo venga. A los vencedores y a los que hasta el fin sigan haciendo lo que yo quiero que se haga les daré autoridad sobre las naciones, así como mi Padre me ha dado autoridad a mí” (2, 25-27).
Jesús es el alfa y omega. Primera y última letra del alfabeto griego; es decir principio y fin de todas las cosas. Termina el libro diciendo: “Amén. ¡Ven Señor Jesús! Que el Señor Jesús derrame su gracia sobre todos” (22,20-21).Texto: Hna. María Nuria Gaza.