Tiempo de Navidad... Dicen que Dios ha nacido
Debemos preguntarnos si el Niño-Dios nació y si encontró posada en nosotros, si palpamos con su presencia el verdadero Amor que es donación.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Ante el nacimiento de un niño todo desprende ternura y la mirada es limpia, transparente, tanto que nos deja palpar el amor de verdad, del que nos llena y hace mucho bien.
Este poema, “Dicen que Dios ha nacido, dicen que en la tierra está y que esta noche lo ha visto sólo quien supo mirar….”, nos puede llevar a preguntarnos si el Niño-Dios nació y si encontró posada en nosotros, si palpamos con su presencia el verdadero Amor que es donación.
Si hemos sabido mirar lo habremos visto, si le hemos abierto el corazón su ternura nos arropará. Si lo cogemos en nuestros brazos y lo miramos, nuestra mirada será limpia porque será su reflejo, nos empaparemos de su ternura y Amor. Así podremos decir que es Navidad, donde se manifiesta el misterio del Amor de Dios. “Nos ha amanecido un día sagrado: venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra”.
“Dicen que Dios ha nacido…
Dicen que Dios ha nacido, dicen que en la tierra está y que esta noche lo ha visto sólo quien supo mirar. Un pastorcillo en la sierra, un marinero en el mar y un corazón que tenía sólo buena voluntad. Cuando llegaron los reyes, les ha dicho san José: pasen, señores, y vean lo que es un reino y un rey. Dejen coronas y cetros, dejen orgullo y poder: sólo quien sirve a su pueblo puede ser rey en Belén. Alrededor de su cuna dice una voz popular: “todo lo tuvo en sus manos, todo lo dio a los demás”. Y desde entonces no entiendo lo que aquí suele pasar que son los pobres más pobres en tiempo de Navidad.
Dicen por ahí que si hay Dios está lejos que el amor no funciona, que la paz es un sueño que la guerra es eterna, y que el fuerte es el dueño que silencia al cobarde y domina al pequeño. Pero un ángel ha dicho que está cerca de mi quien cambia todo esto, tan frágil y tan grande, tan débil y tan nuestro. Dicen que está en las calles, que hay que reconocerlo en esta misma carne, desnudo como un verso, que quien llega a encontrarlo ve desvanecerse el miedo, ve que se secan las lágrimas ve nueva vida en lo yermo. Dicen por ahí que si hay Dios está lejos, pero tú y yo sabemos, que está cerca, en tu hermano, … y está en ti muy adentro. (José Luis Blanco Vega)