Dios sabe bien lo que hay en el hombre
Y en esta misma idea continua su oración el justo: "Distingues mi camino y mi descanso todas mis sendas te son familiares; no ha llegado la palabra a mi lengua y ya, Señor te la sabes toda” (v 3-4). Nada de lo que hace le pasa por alto al Señor. Esto es lo que creía Caín cuando mató a su hermano o quería disimular ante el Creador al responderle: “¿Acaso soy el guardián de mi hermano? (Ge 4,9).
Cuando el salmista medita sobre la omnisciencia del Señor exclama: “Tanto saber me sobrepasa; es sublime, y no lo abarco” (v 6). Y se hace ahí una serie de reflexiones: No puede huir de esta mirada de Dios, ni que suba al cielo o baje al abismo, Él está ahí (cfr vv 8-12). “Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno” (v 13). El saber de Dios, comenta Luís Alonso Schökel, se extiende hacia atrás, hasta el nacimiento, antes del primer día de la vida; y hasta lo profundo de los huesos y hasta lo hondo del alma. Porque Él es el gran tejedor de nuestros tejidos orgánicos, el gran obrero en el misterio de la maternidad. (Cfr vv 14-16).
Ciertamente el salmo 138 es de una gran riqueza y nos invita a meditarlo pausadamente y a pedirle al Señor como dice el salmista a que Él nos guíe por el camino recto (V 24). Texto: Hna. María Nuria Gaza.