Un poco de humor negro, en medio de las noticias de Iglesia Conozca la leyenda, según la cual los cardenales mueren de a tres

Birretas cardenalicias
Birretas cardenalicias

Según una escuela de historiadores, los cardenales, que están dispersos por el mundo, suelen morir de a tres en tres

Cuando muere el primer cardenal, al enterarse de la noticia, ¡todos los demás salen corriendo a confesarse!

Cuando muere el segundo cardenal, todos, asustados, se sientan a escribir su testamento y llaman a su canciller para certificarlo

Cuando muere el tercero… todos los demás se tranquilizan, y agradecidos, se van de vacaciones…

En días pasados estuve hablando con mi obispo, el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá; un hombre inteligente, pastor transparente, de visión universal, abierto y sinodal; y entre otras cuantas cualidades, un hombre de buen humor. Le advertí: Su Eminencia debe saber que los cardenales mueren de a tres. 

¿Cómo así?, me respondió con curiosidad. 
Y en el corrillo de sacerdotes que estábamos dialogando le conté la leyenda:

Según una escuela de historiadores, los cardenales, que están dispersos por el mundo, suelen morir de a tres en tres. -En todo caso habrá que comprobarlo en el Anuario Pontificio-, le ajusté.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Cardenales
Cardenales

La cosa es así, (con todo respeto por estos grandes pastores y servidores de la Iglesia Universal):

Cuando muere el primer cardenal, al enterarse de la noticia, ¡todos los demás salen corriendo a confesarse! Quienes van a su funeral, se miran con sospecha y temor, se saludan como dándose el pésame, mutuamente… Y quedan a la expectativa…

Cuando muere el segundo cardenal, todos, asustados, se sientan a escribir su testamento y llaman a su canciller para certificarlo… Quienes van a su funeral, se miran de reojo, y se saludan con abrazo de ¿quién será el próximo? Y todos quedan atentos a las noticias que vengan desde las nunciaturas…

Cuando muere el tercero… todos los demás se tranquilizan, y agradecidos, se van de vacaciones… Quienes van su funeral, se saludan con un abrazo alegre ¡y se manifiestan sus mejores augurios!

El cardenal Luis José, acogiendo todo con buen humor, repasó:

Con el primero, hay que confesarse; con el segundo, hay que escribir el testamento y certificarlo; con el tercero, tranquilos, nos vamos de vacaciones…

¡Así, es Su Eminencia!, le respondí con una sonrisa de picardía.

Y ahora, con el lamentable fallecimiento de un cardenal español, con la confianza que me ha dado, mi arzobispo, le escribí:

Su Eminencia, ha fallecido un cardenal… ¡es hora de confesarse…!
Él, luego de manifestar su condolencia por la partida de su hermano cardenal, y prometiendo la Eucaristía por él, me respondió sabiamente y con grato humor:

P. Víctor: me confesaré esta semana. Deudas económicas no tengo; herencia tampoco. Si es pronto el paso, lo asumiré como vacaciones acumuladas. Estoy listo, pero no tengo afán, como dice otro monseñor... 

Luis José Rueda, jefe del catolicismo colombiano denunciado por encubrimiento de abusos
Luis José Rueda, jefe del catolicismo colombiano denunciado por encubrimiento de abusos Archivo particular

Escribo esta nota, con todo amor y respeto por nuestros pastores, los cardenales de nuestra amada Iglesia. Esta es tan solo una leyenda negra... Y elevo mis plegarias por los cardenales que he conocido, principalmente, quienes han sido mis obispos: Crisanto Luque, Anibal Muñoz Duque; Mario Revollo Bravo y Pedro Rubiano Sáenz; que el Señor los tenga en la Gloria de los grandes servidores. Pero también por quienes siguen con nosotros, sirviendo fielmente a su Iglesia… 

No sé dónde queda esa escuela de historiadores, pero valdría la pena averiguarlo…

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