Inconscientes

Zebedeos
El evangelio de San Mateo, (20,17–21) narra que mientras subían a Jerusalén, Jesús dice a sus apóstoles: “Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, y al tercer día resucitará”.

Ante este anuncio tan dramático cualquiera no se siente consternado, pero he aquí que parece que esto no afecta a alguno de sus oyentes, y la madre de los Zebedeos, se presenta a Jesús haciéndole la petición de que sus hijos, Juan y Santiago, se sienten en su reino uno a la derecha y otro a la izquierda. La búsqueda de influencias no es cosa de hoy.

Además estos dos apóstoles se sienten capaces de afrontar cualquier situación ya que a la pregunta de Jesús: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?". Ellos responden: “Si podemos”. ¡Vaya arrogancia esta!

¿Son arrogantes o inconscientes? No es de extrañar que los otros se indignaran ante esta petición. Pero antes de censurar a los otros pensemos en censurarnos a nosotros mismos. ¿Cuántas veces nosotros no nos sentimos superhombres capaces de comernos el mundo con nuestras propias fuerzas? ¿Dónde queda nuestra confianza en la ayuda de Dios? De nuevo olvidamos lo que nos dice Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada”, o lo que dice San Pablo: “Todo lo puedo en aquel que me conforta”.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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