Seguir caminando

Caminar
Hace unos años le escuchaba a una religiosa una frase de la que ella misma estaba convencida, “nuestra alegría nadie nos la quitará…”. Su testimonio estaba anclado en el Dios que la habitaba, su alegría. Aquél buen consejo me sigue acompañando, porque hay momentos en que es bueno recordar para avivar aquello en lo que crees, o mejor dicho, en Aquél con quien sigues caminando.

Para ello, hay que descubrir en la propia vida aquello que verdaderamente toca en lo profundo de nuestro ser, nos llena porque hace palpitar nuestro corazón, vale la pena. ¿Qué me mueve a seguir caminando? ¿Con quién recorro el sendero de la vida? Sin duda, que nos lo podemos cuestionar desde la opción de vida que vivamos. Es bueno, detenerse y hacer una mirada, acoger el presente y pensar en el mañana que está por venir. Miremos el hoy al cuál respondo. El camino de fidelidad es un camino de confianza que vivo con Alguien, es descubrir al Dios que sale a nuestro encuentro.

Una persona recientemente me decía que pronto celebrarían el aniversario de casados por si no llegaban a las bodas de oro, les faltan algunos todavía pero bueno, lo importante no es el número a celebrar que claro está, hace ilusión y habla de un camino recorrido juntos, si no el vivirlo en el tiempo presente dando gracias por lo ya vivido, lo que se va viviendo y eso es el hoy de la propia vida que tenemos en nuestras manos.

Sigamos caminando agradecidos y hagámoslo como nos dice este texto: “…seguir caminando con los ojos abiertos, para descubrir al Dios vivo que nos sale al encuentro hecho amigo, pan y palabra. En marcha, pues…”.

“Toca seguir caminando,
más allá de la sombra y la duda,
más allá de la muerte y el miedo,
bebiendo palabras prestadas,
confiando en las fuerzas ajenas
si acaso las propias se gastan
Toca seguir caminando,
acoger al peregrino,
relatar tu historia,
escuchar la suya
aliviar tristezas,
compartir mesa y vida,
Toca seguir caminando
con los ojos abiertos,
para descubrir al Dios vivo
que nos sale al encuentro
hecho amigo, pan y palabra.
En marcha, pues…”


Hna. Ana Isabel Pérez.
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