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En el calendario hay días que marcamos con alegría, alguna fecha importante que nos alegra la vida por distintos motivos, pero también hay otros en los que el alma se nos encoje, días que traen recuerdos dolorosos pero de los que sin duda, forman parte de la vida.

Hoy es un día que toca mi corazón y el de mi familia de manera especial. Hace cinco años que mi Padre realizó su último viaje, nos dejó rápidamente para entrar en la vida eterna. Para nosotros demasiado pronto, pero para esa despedida terrenal la fecha sólo está marcada en el calendario de Dios. Un viaje que todos realizaremos en algún momento de nuestra existencia. ¡Cómo pasa el tiempo, si parece que fue ayer! Eso nos decimos hoy. Sí, pasó rápido pero si parece que fue hace poco, es porque sigue estando con nosotros, muy presente en nuestras vidas, siempre vivo en nuestros corazones para siempre, porque solo el Amor permanece.

Por supuesto que me gustaría hoy darle un abrazo, hablar con Él pero la vida solo se vive hacia adelante, desde el hoy, con la mochila del amor que hayamos llenado en el pasado. En este caso, la familia tenemos la paz y el gozo de haber querido y seguir queriendo mucho a mi Papá. Su vida fue de donación hacia los demás y eso nos lo transmitió e hizo “mamar” siempre e ahí nuestra riqueza en la familia. Hoy lo recordamos más por la fecha pero es cada día que lo extrañamos, cada día que está en nuestro corazón. Sí, Papá sigue con nosotros y esa protección desde la vida eterna nos acompañará cada día de nuestros días aquí en la tierra. Lo que a cada uno nos entregó en su vida, lo llevamos sellado en el corazón desde el amor. Las lágrimas brotan pero realmente la raíz está en el amor que se nos regaló gratuitamente y nos hace vivir agradecidos intentando ser en nuestras vidas también testimonios de entrega y amor. Él nos amó primero y su amor fue correspondido ¡Te queremos!

“Tarda el alma en comprender
que aquello que Dios le ha dado
si después le fue quitado
será solo por su bien.

Tarda más en aceptar
que si todo ha de partir
empezarse a despedir
es ser sabio de verdad.

Tarda el alma en acoger
con genuina gratitud
el abrazo de la cruz
y el sendero de la fe.

Pero al fin triunfa el amor,
y, pasada noche oscura,
el alma goza y se inunda
de la paz de Cristo Dios. Amén (Himno)


Hna. Ana Isabel Pérez
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