Sión, ciudad del gran rey

Templo de Jerusalén
"Sión" es uno de los términos más antiguos que aparecen la Biblia para referirse a Jerusalén, cuando David convirtió esta ciudad por primera vez en su capital (2 Samuel 5,7).

En este monte construyó el rey Salomón el templo que para los israelitas era su orgullo y su máximo símbolo. El autor del salmo 47 canta la grandeza de este lugar y de Yahvé que habita en él: “Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra: el monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey” (v 2,3). Dios es el gran rey o emperador de todo el universo, comenta Alonso Schökel. Este monte por la presencia de Dios es el vértice que sube al cielo. Ningún monte es para los hebreos tan importante porque en el templo construido, Yahvé reside permanentemente.

En unos versos posteriores el salmista expresa que Dios ha fundado para siempre la ciudad que él llama “la ciudad de nuestro de nuestro Dios, que Dios ha fundado para siempre” (v 9). El pueblo iba en peregrinación a Jerusalén; Lucas en el capítulo dos de su evangelio, nos narra que los padres de Jesús, como buenos judíos, subían cada año a Jerusalén por la fiesta de pascua. Allí los fieles tenían la ocasión de presenciar la grandeza del templo: “Dad vueltas en torno a Sión, contemplando sus torreones; fijaos en sus baluartes”, dicen los versículos 13 y 14. Esto claro está después de haber presentado sus peticiones al Dios misericordioso y justo: “Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo,… tu diestra está llena de justicia” (v 10 y 11).

Actualmente no es en el templo de Jerusalén donde el Dios viviente habita sino en su Iglesia fundada por Jesucristo y formada por hombres santos y pecadores.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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