Visita a una cárcel

BOLIVIA-POPE-VISIT
He leído el libro de Andrea Tornielli, “Viatge”, en el que narra los viajes del Papa Francisco con mucho detalle. En su visita a Bolivia cuenta la que realizó a la cárcel de Palmosola en Santa Cruz. Su lectura me hizo recordar que en mi estancia en esta ciudad, una hermana me dijo: “¿Quiere venir a visitar mis amigos?”. Allí me encontré con lo que nunca me hubiera imaginado: una autentica ciudad de 5.000 personas encarceladas. Familias enteras, hombres mujeres y niños. La hermana Inés era allí famosa. Todos acudían a ella: “Hermanita mire, tengo rasquiña (sarna) y no me deja descansar. ¿No me podría dar algo para que me alivie?”. Y la buena religiosa le da dinero para que compre un ungüento. Y así todo lo largo de la visita; un sinfín de peticiones. Entre petición y petición la hermana me comentó: “Muchos me engañan, ¡pobres!”.

Fuimos penetrando en el interior de la cárcel en los que había una serie de compartimentos pequeñísimos donde vivía cada familia. ¿Cómo podían descansar en aquellas condiciones, con el calor sofocante de Santa Cruz y con el agravante de una sola ducha para un número desbordante de usuarios? Había un taller de carpintería y la hermana en cuestión les encargó unas mesitas de noche para las habitaciones de los misioneros que estaban de paso en su comunidad. Una forma de que estas gentes tuvieran unos ingresos. Al terminar la visita salí con el corazón encogido de comprobar tanta miseria.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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