El abrazo del Padre

Para llegar a recibir el abrazo del Padre, primero se ha producido una lejanía respecto a la filiación, después se pasa por el desierto del propio yo y ahí se toma conciencia de la situación real, del pecado y la infidelidad.
Hay un alto en el camino, un ponerse de nuevo en marcha pero el hijo no espera el abrazo del Padre, desea una nueva oportunidad, un mínimo para cambiar el rumbo y se lleva la sorpresa de recibir el máximo, de vivir la fiesta del perdón. Se celebra un banquete porque lo muerto ha renacido, lo perdido se encuentra y el pecado ha sido vencido por la misericordia de Dios.
El mensaje que recibo en este evangelio invita a abrir la vida a la misericordia de Dios y ésta inevitablemente ha de ser muestra de Amor ante quienes nos rodean y sé que muchas veces ando lejos de ello pero creo en un Dios que otea el horizonte, que ofrece siempre la salvación y al que quiero ir cada día sin vivir de mínimos y recibir su gran abrazo de Padre. El encuentro con Él es siempre un acontecimiento de alegría. Texto: Hna. Ana Isabel Pérez