Una conversión admirable

Romper las cadenas
Pablo y Silas están en la cárcel junto a otros presos. Pablo y Silas se ponen a orar himnos a Dios y de repente con gran estruendo las puertas de la cárcel se abren y a todos los presos se les sueltan las cadenas. El carcelero al ver lo ocurrido desenfunda su espada para suicidarse pensando que los presos han huido. Pablo con fuerte voz grita: “No te hagas daño, todos estamos aquí”. El carcelero pide una luz y se echa a los pies de Pablo y Silas y pregunta: “¿Señores que tengo que hacer para ser salvo?” Ellos le contestan: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu familia”.

Hablaron del mensaje del Señor a él y a todos los de su casa. El carcelero les lavó las heridas y él y toda su familia fueron bautizados. Los llevó a su casa y les dio de comer. El carcelero y su familia estaban muy contentos por haber creído en Dios. La celebración de un sacramento es motivo de fiesta y la comida símbolo de la fraternidad. Y lavar heridas por parte del carcelero, símbolo de caridad hacia los evangelizadores. Cosa que tenemos que tener en cuenta y ser agradecidos con los guías de nuestra fe.

Lo que llama la atención en este relato es la dimensión comunitaria, no es una sola persona la que predica sino dos y su mensaje conduce a la Iglesia toda una familia. Y algo que llama la atención al inicio del relato, Pablo no hace un discurso piadoso solamente quiere evitar un suicidio: “No te hagas daño”.Y un hombre que pasa del temor a la alegría de la fe. Un hecho a tener en cuenta cuando nos relacionamos con personas no creyentes. Buscar el momento propicio para iniciar una evangelización.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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