Libro... “Has cubierto mi desnudez”
Un libro en el que se nos enseña a vivir sin juzgar y sin tener miedo. Un libro que aborda lo que nos avergüenza, lo que no corresponde a la imagen de Dios en nosotros. Un libro para vivir en libertad, tras las huellas de los grandes personajes bíblicos cuya desnudez real, moral o psicológica ha sido cubierta por túnicas, mantos y paños de lino: formas “textiles” de la misericordia ilimitada de Dios.
Hoy quiero presentaros el libro de una hermana de mi Congregación, médico de prisiones en Francia, con un gran sentido del humor y mucha cultura. Llega ahora a España, de la mano de Narcea, la traducción de uno de los libros de Sor Anne Lécu, Dominica de la Presentación, y que en el año 2016 ganó, con este texto, el premio del libro de espiritualidad Panorama - La Procure en Francia.
“Has cubierto mi desnudez” es un libro en el que se nos enseña a vivir sin juzgar y sin tener miedo. Un libro que aborda lo que nos avergüenza, lo que no corresponde a la imagen de Dios en nosotros. Un libro para vivir en libertad, tras las huellas de los grandes personajes bíblicos cuya desnudez real, moral o psicológica ha sido cubierta por túnicas, mantos y paños de lino: formas “textiles” de la misericordia ilimitada de Dios.
La descripción que hace la Biblia del Dios que se encuentra con la vergüenza humana no es la del que condena o acusa, sino la del que restaura. Al revestir a Adán y Eva con túnicas de piel tras la caída, los rehabilita, cubriendo lo que no se corresponde a su imagen y semejanza. Pero esa no será la única vez que Dios nos dé una túnica para cubrir cuanto nos sonroja. Jesús, en la revelación suprema de la cruz, nos deja una túnica sin costuras, que no será rasgada. Es la herencia que, cubriendo nuestra culpa, nos devuelve la plena condición de hijos amados con ternura sin fin.
Siguiendo el hilo de las túnicas de diferentes tejidos que aparecen en toda la Biblia, Sor Anne Lécu desarrolla una novedosa y delicada teología de la gracia y de la compasión de Dios.
Ella misma cuando presentó el original francés “Tu as couvert ma honte” explicó:
“Este libro es un regalo, pues jugué escribiendo lo que al principio era un retiro para frailes y en absoluto un libro orientado a la misericordia de Dios; cuando aún el año de la misericordia no había sido anunciado. Es un regalo del padre Lataste, que progresivamente me ha hecho profundizar la noción de discreción de Dios mismo, que cierra los ojos sobre lo que en nuestras vidas no está a la altura, sobre la vergüenza, sobre nuestras carencias.
Es un regalo de mis hermanos dominicos, que me animaron a trabajar (pienso en Bertrand y en nuestro primer libro juntos hace diez años), que me animaron a predicar (pienso en Thierry y en "Retraite dans la ville", pero también en los hermanos de St. Jacques y en los del Cairo que me invitaron a predicar sobre este tema de la túnica), y que me animaron a publicar (pienso en el hermano Renaud y en Cerf).
Es un regalo que me permitieron mis hermanas, dándome el tiempo para estudiar y animándome a trabajar en prisión durante tanto tiempo (casi 20 años) y permitiéndome quedarme allí, pues sólo la larga presencia en un lugar tan particular como éste puede tener efectos perdurables en una vida como la nuestra, efectos sobre la manera de leer, la manera de vivir y posiblemente de la manera de amar. Este libro es un regalo, de ustedes, pues los lectores me hicieron confidencias sobre lo que este texto fue para ellos que claramente me sobrepasan...
Este libro es un regalo para mí, recibido por los descubrimientos hechos jugando con el texto. Quedé maravillada de descubrir que la palabra KPPR para decir el gran perdón, era "recubrir". Quedé maravillada por la discreción de nuestro Dios que prefiere desde el Génesis recubrir la desnudez de Adán para que pueda vivir, y que a la hora de la pasión, cambia una túnica de lujo por una mortaja... Quedé maravillada de comprender (al fin) que el "no te condeno" dirigido a la mujer adúltera fue dirigido a cada uno de nosotros, si tanto es que nosotros no nos juzgamos nosotros mismos y que no hacemos como los escribas que se van, a riesgo de no oír esta frase que era también para ellos ... Y creo verdaderamente que es urgente decir que no es el pecado lo que interesa a nuestro Dios, ¡sino nosotros!”.
