En general se pasa el día ordenando y mandando a los otros. Un tal personaje no acostumbra a caer bien. Yahvé también suele ordenar al pueblo que acaba de rescatar de la opresión del Faraón rey de Egipto, manda y ordena, pero de forma muy distinta a la del Faraón. Su intención no es aprovecharse del pueblo que él se ha escogido sino todo lo contrario,
les da leyes para que sean un pueblo libre, sin opresión.
Esto mismo quiere el Señor para cada uno de nosotros: que
seamos libres para escoger el bien sin que nadie nos obligue a ello fuera del amor. Sí, amor a Dios y amor a los demás, a aquellos que están cerca y a los que están lejos, pero especialmente a aquellos que tienen mayor necesidad. Y de estos hay muchos,
sólo es necesario que andemos por las calles de nuestros pueblos o ciudades con los ojos y los oídos bien abiertos y ser capaces de tender una mano a aquellos que necesitan ayuda, como hizo Yahvé:
“He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 3,7).
De la misma forma que Dios manda a Moisés a socorrer el pueblo hebreo nos pide que nosotros hagamos otro tanto.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.