En un mundo como en el que hoy vivimos, hablemos de paz. Y hablar de paz es poner sobre la mesa unas condiciones que están marcadas por
la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Esta afirmación nos la decía Juan Pablo II en su Testamento Espiritual; y ciertamente, no podemos olvidar estos rasgos esenciales si queremos construir paz.
Vivir la paz, estar en paz, construir la paz… son expresiones que se oyen continuamente, y ¿por qué? Sencillamente porque hasta ahora no hemos conseguido encontrar la paz, aunque sí sea posible momentos de paz, pero es muy distinto todo y que ayuda a reconocer que
la paz es necesaria para la vida y para la persona. Por ello, después de comprobar la necesidad de paz que tenemos, hace falta algo más que palabras para luchar juntos por esta meta. La paz es uno de los bienes más preciosos para las personas…
“bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.Si de verdad creemos que la paz es un don, el ser humano no puede estar dispensado de trabajar por ella, de buscarla y de esforzarse por establecerla allá donde se encuentre. Pero es necesario recordar que no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón, así es, no olvidemos que en el perdón se encuentra la verdad; el perdón habla desde el amor y el perdón libera a la persona, por lo tanto, desde esa libertad que ama con verdad podemos hablar de paz, de aquella que crea a personas constructoras de vida.
Texto: Hna. Conchi García.