Actualidad... El profesor Novell
En estos días, y eso que es inicio de curso y el trabajo no falta, he seguido impactada por el suceso y las sucesivas noticias y especialmente las numerosas opiniones vertidas en este y otros muchos medios de comunicación y hoy deseo compartir mis consideraciones, que son una opinión más en este mundo tan mediático donde todo se ventila.
Cuando salió la primera noticia sobre la renuncia de Mons. Novell quedé impactada, lo había tenido de profesor. De pronto me vinieron sus clases a la memoria, y sobre todo mi primera semana de clase en cuarto de Teología en Barcelona hace 13 años.
Resultó que ese año por cuestiones de trabajo me reenganché al estudio de la Teología, llegué a cuarto al menos 15 días después de que se iniciara el curso, así que me tocó presentarme personalmente a cada profesor y explicar mi situación. Algunos fueron digamos normales, muy bien, adiós, ponte al día y adelante, otros, hasta un poco bordes, uno incluso me dijo mañana hay examen y lo debes hacer y así fue y hasta saqué buena nota del susto y la rabia de la poca comprensión, y luego estuvo el profesor Novell al cual no conocía de nada, me dio la bienvenida, me chocó la mano, me deseó un buen curso, se interesó por mí y llegué a la comunidad diciendo que al menos quedaba algún sacerdote amable y apañado. Ahora este incidente sobre el que nunca más había pensado ha venido a mi memoria como una anécdota que me conecta a la actualidad mediática. ¿Cómo somos los humanos, cómo se nos vienen a la memoria cosas nimias en momentos concretos?
En estos días, y eso que es inicio de curso y el trabajo no falta, he seguido impactada por el suceso y las sucesivas noticias y especialmente las numerosas opiniones vertidas en este y otros muchos medios de comunicación y hoy deseo compartir mis consideraciones, que son una opinión más en este mundo tan mediático donde todo se ventila.
Lo primero que pensé es ¡ay! que el Señor nos guarde, que nos guarde el corazón, la cabeza…, que sea Él el que nos siga llevando y nos haga fieles a esa llamada a la que un día respondimos. Pensé en tantas hermanas mayores, sabias, que estando en mis inicios de la vida religiosa recordaban que “castillos más altos han caído” y no las comprendía plenamente. Y ésta ha seguido siendo mi oración, ese pedir al Señor que mantenga mi/nuestra fidelidad, con la que un día con tanta ilusión le dijimos sí, una fidelidad que sólo Él da.
Luego he pensado en sus clases y en tanta gente a la que como sacerdote y obispo ha predicado y se han quedado desconfiturados, y sigo impactada, y me viene esa cita evangélica del haced lo que dicen y no lo que hacen (Mt 23,3). Nadie podrá quitarnos el bien que ha hecho, lo que nos enseñó o predicó, como en cierta manera nos caló y la prueba está en este mi rememorar sus clases, en las que por cierto aprendí qué significaba la pérdida de los preternaturales. Y también me doy cuenta de que a lo mejor en la vida vale más ser un poco destartalado y no tan perfeccionista pues la vida puede pasarnos factura.
Así pues, los hechos que nos han explicado sobre el ahora obispo emérito me han impactado pero lo que me ha escandalizado, es leer tantas opiniones de personas de Iglesia, especialmente de sacerdotes con un dilatado camino ministerial, que expresan a ciencia cierta muchas cosas: si no debía haber entrado al seminario, si no debía ser obispo, si lo mal que lo hacía o lo mal que estaba… la verdad de esto no tengo ni idea, Solsona queda lejos de mi quehacer cotidiano, pero me escandaliza que alguien tenga tanta facilidad de expresar opiniones tan duras en público sobre una persona que ahora renunció. Ojalá todas esas quejas las hubieran dicho a quién tocaba en el momento preciso y ahora puedan decir “miren si hubieran hecho caso…”, pero así en público en este momento es como dice el refrán “a árbol caído, todo son piedras”. Sería mejor que si hay ganas de destapar cosas, se hagan a tiempo, y no cuando ya todo ha pasado, quizás que, si hay más casos, llamen a este medio y a otros y cuenten su versión si consideran que eso es un bien para la Iglesia en un ejercicio de transparencia.
Por otro lado, también me escandaliza que hombres y mujeres que seguro han escuchado historias duras, de sufrimiento, de amor, que tienen en su entorno familiar o parroquial situaciones complicadas que llevan a caminos de vida insospechados, a los que seguro han dicho el Señor te quiere, siempre te querrá, Él lo sabe todo, les cueste tanto entender cómo podemos ser o reaccionar los humanos, o al menos algunos. ¿Qué sabemos de lo que hay en el corazón de cada uno? ¿No respetamos tanto la libertad personal? ¿No hemos visto o sabido de tantas rupturas de un día para otro, sin explicaciones o sin ya no querer atender a nada?
Y ya por último y usando una expresión gastada, el circo mediático que se ha montado me sorprende. ¿Tanto interesa la vida personal de un obispo que renuncia, aunque sea por amor?, ¿es noticia para un informativo que se precia de serio? De verdad que he alucinado con la última noticia, propia de un programa del corazón, esperando a que llegara de correr para preguntarle si quiere decir algunas palabras… y además no sé si es noticia que haya otros sacerdotes que quieran dejar su ministerio por amor, en todo caso, lo que sé es que es algo "más viejo que el andar a pie". En la vida religiosa también. Otra cosa, es si querían poner en tela de juicio el celibato, pero la noticia no daba para tanto.
También me sorprende que los que siempre critican a la Iglesia, ahora que podrían defender a alguien que lo deja todo por amor, lo achuchen de esta manera, eso sí siguen culpando a la Iglesia de todo, y me pregunto qué sabrán y qué sabremos de la verdadera historia de esta persona y de los verdaderos acontecimientos, que hay en su corazón el Señor lo sabe y quizás un día dirá algo, pero ya no sé si lo merecemos tal como ha ido todo. Porque si algo nos cuesta, hasta en la Iglesia, es guardar la caridad con las personas. Calumnia que algo queda decía mi profesor de Periodística. Lo que no os negaré es que lo que se ha contado es propio de un guion televisivo y los de Iglesia seguiríamos diciendo, anda cómo se pasan. En todo caso, si ahora interesan las cosas clericales, habrá que estudiar un poco los términos precisos, pues les da igual una sotana que un hábito… por no entrar ahora en materia.
Y ya para terminar y volviendo al final de mi cuarto curso de Teología. Junto con el examen al profesor Novell le podíamos entregar un trabajo que constaba en redactar una especie de historia o cuento que trasluciera lo que habíamos aprendido en su materia de Antropología teológica. Mi cuento se titulaba “La vaca negra da leche blanca” y a grandes rasgos trataba de un joven con una familia agradable, trabajadora, de ganaderos, con muchas vacas… y un hijo que sueña con dejar el pueblo, vivir en Barcelona y ser mecánico de motos de competición… pero la ciudad lo lleva a la mala vida, drogas, pérdida de la familia, hasta que como en todos los cuentos, el hijo perdido vuelve al pueblo y recupera a la familia y rememora su infancia mientras en la radio suena una canción:
“Estima, estima que això mai no fa mal; estima, estima que això mai no fa mal, i és un remei com cal... La vaca negre... dóna llet blanca, estima, estima que això mai no fa mal...”. (Una traducción libre sería: “Ama, ama, que esto nunca hace daño, y es un remedio necesario... la vaca negra da leche blanca…, ama, ama, que esto nunca hace daño).
Me costó años entender el fondo de la canción y siempre cuesta ponerla en práctica. Cada uno que se quede con lo que quiera.
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