El salmo 111 y Oscar Romero
Se inicia el salmo con una bienaventuranza: “Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos” (v 1). El temor a la muerte no acalló su voz. Él amaba a Dios y a su pueblo salvadoreño, por éste se desvivió con entrega total. Se veía a las puertas de la muerte y así se lo confió a un sacerdote amigo: “Me van a matar”.
“Su linaje será poderoso en la tierra” (v 2). Sí, porque con su muerte martirial todo el mundo habla de este pequeño y hermoso país del Salvador.“En su casa habrá riqueza y abundancia, su caridad es constante y sin falta” (v 3). Riqueza espiritual, porque la casita en que vivía era más que humilde; impresionaba visitarla por su sencillez. Siempre he comentado que lo más lujoso, en mi opinión, que había en la casa era una hamaca que le había regalado su pueblo. Y en el armario donde guardaba los ornamentos estaba el alba manchada con la sangre del día que lo asesinaron. Un auténtico santuario.
“El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo” (V 6).Por los siglos de los siglos se va a invocar su nombre: San Oscar Romero, ruega por nosotros.
“Su corazón está seguro, sin temor, hasta ver derrotados a sus enemigos” (v 8). Sus enemigos han quedado derrotados. Ninguna persona de buena voluntad va a dar razón de su muerte injusta.“Su caridad es constante, sin falta y alzará la frente con dignidad” (v 9). Fue un obispo incomodo por denunciar la injusticia y defender al pueblo humilde. Por esta razón puede ahora alzar su frente con dignidad: La bondad se enfrentó ante la injusticia y los ataques del enemigo, parecía que éstos vencieron pero venció la verdad y la bondad. Texto: Hna. María Nuria Gaza.