Tú me sondeas y me conoces...

La riqueza y profundidad de los salmos es incalculable e inagotable, es la propia Palabra de Dios la que toca la propia vida, la que nos habla, sale a nuestro encuentro. Uno de los salmos que más me gusta, mejor dicho, que más saboreo y del que nunca me cansaré es el salmo 139 (138): "Señor, tú me sondeas y me conoces...". Leer y orar este salmo me lleva a ponerme delante de Dios sin corazas, despojada de todo porque su mirada de Amor atraviesa y conoce a la persona, llega a lo profundo, a lo verdadero, no hace falta más, sobran las palabras.
En las relaciones humanas podemos llegar a estrechar lazos con personas a las que sólo una mirada nos habla, sabemos del otro, nos conocemos y ello no se hace de la noche a la mañana sino que se hace caminando, dándose la mano en las buenas y en esos momentos en los que también se pasa mal, se llora pero sabes que lo que te une es verdadero y eso es muy difícil de explicar porque es la propia experiencia del Amor, de confiar, de darse, de estar disponible a salir de uno mismo e ir al otro porque forma parte de mi vida, me importa mucho más de lo que yo mismo imagino y sé que está. Dios camina en nuestra vida, sólo hace falta que sepamos reconocerlo, dejarle caminar con nosotros. Acompaña nuestros pasos, es nuestro compañero de viaje, no se aleja porque está siempre presente. Dejemos que su presencia inunde nuestra vida.
"Señor, tú me sondeas y me conoces; sabes de mi vida más que nadie; lo sabes todo. Cuando me siento, allí te tengo; cuando me acuesto, allí estás; donde quiera que esté, tú te haces siempre presente. Cuando voy de camino, cuando corro, cuando descanso; cuando huyo de mí mismo buscando lo que no encuentro; cuando llamo a una y otra puerta y todas se me cierran, donde quiera que vaya o huya, allí presente estás tú. Tú conoces mis pensamientos, tú sabes de mis deseos y mis confusiones, tú estás al tanto de mis conflictos, tú sientes el dolor cuando quiero ocultarlo. Cuando la crisis me aprieta y me siento desesperado: cuando la prueba me golpea y me siento cansado y solo; cuando la alegría me desborda y la felicidad llama a mi puerta, en medio de mis días estás tú. Siempre tú; siempre tú vaya donde vaya; Tú presencia inunda mi vida y todo cuanto existe, porque todo lo llenas, todo lo vives, todo lo sabes. Te encuentro a mi lado, peregrino. Adapt. Salmo 138"
Texto: Ana Isabel Pérez.