Viajar en el siglo XXI es un placer. Todo está organizado y raramente ocurren percances. Pero si nos vamos al primer siglo de nuestra era es otro cantar y las dificultades eran lo más frecuente. Para muestra tenemos los viajes apostólicos de San Pablo, llenos de peripecias e imprevistos. Pero
Pablo ve en los inconvenientes una intervención del Espíritu Santo:“Como el Espíritu Santo no les permitió anunciar el mensaje en la provincia de Asia, atravesaron la región de Frigia y Galacia y llegaron a la frontera de Misia, (iba en compañía de Tito). Desde allí pensaban entrar en la región de Bitinia, pero el Espíritu de Jesús tampoco se lo permitió. Así que, pasando de largo por Misia, bajaron hasta el puerto de Tróade. Aquí, Pablo tuvo de noche una visión: vio a un hombre de la región de Macedonia que, puesto en pie, le rogaba: `pasa a Macedonia y ayúdanos´. Inmediatamente después de aquella visión preparamos viaje a Macedonia, seguros de que Dios nos estaba llamando para anunciar la buena noticia” (Actas 16, 6-10).
Dios concedió a los dos misioneros el don del discernimiento, que también nos ofrece a cada uno de nosotros si estamos atentos a su inspiración. Como dice la Escritura:
“Tus caminos no son mis caminos” (Is 55,8). Muchas veces estos caminos son tortuosos pero puesta nuestra confianza en el Señor él nos llevará siempre a buen puerto.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.Queridos lectores hoy hace 12 años que iniciamos y somos fieles al blog. Gracias por leernos. Dejadnos un comentario. ¡Gracias!