El profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma visitó Barcelona para hablar del Sínodo Dario Vitali: “Hay tapones dentro de la propia Iglesia que obstaculizan el proceso sinodal"
Profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Dario Vitali pasó por Barcelona invitado por el Ateneu Universitari Sant Pacià para impartir la conferencia El pueblo de Dios y su participación en la sinodalidad de la iglesia
Para el sacerdote, la minoría que representa la Iglesia puede ser una minoría que solo piensa en los bellos tiempos pasados, en cuyo caso corre el riesgo de desaparecer, o una minoría consciente, capaz hacer que la Iglesia se renueve y sobreviva
Hay tapones dentro de la propia Iglesia que obstaculizan el proceso sinodal iniciado en la institución hace apenas quince días, pero si el papa Francisco no lo hubiese querido, no habría empezado. Así lo asegura Dario Vitali, consultor de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos en una entrevista concedida recientemente a La Vanguardia.
“Las reticencias más fuertes de algunos sectores proceden de quienes piensan que el camino de sinodalidad se puede transformar en un proceso democrático”, detalla el también sacerdote y profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que compareció en Barcelona la semana pasada invitado por el Ateneu Universitari Sant Pacià para impartir la conferencia El pueblo de Dios y su participación en la sinodalidad de la Iglesia.
“A lo largo de la historia —añade— se ha identificado a la Iglesia con los modelos políticos del momento. Antes del concilio se interpretaba la institución como si fuese una monarquía. Ahora, algunos suspiran por una Iglesia más participativa, más abierta, pero la Iglesia no es una democracia”.
Preguntado acerca de los cambios que puede generar el Sínodo en la Iglesia universal, el sacerdote opina que este proceso que implica “a todo el pueblo de Dios” aporta mentalidad sinodal, hablar, caminar, escuchar juntos. “La Iglesia es una minoría en cada sitio, y la fuerza de la minoría es la unidad. En el imperio romano, la Iglesia era una minoría que escogía un camino distinto, fuente de ideales y capaz de promover vida evangélica”, sostiene.
Para Vitali, esta minoría puede ser triste, “una minoría que solo piensa en los bellos tiempos pasados, en cuyo caso corre el riesgo de desaparecer, o una minoría consciente, capaz de testimoniar con fuerza y humildad el evangelio, que permita a la Iglesia renovarse y sobrevivir, que tenga el coraje de cambiar poniéndose preguntas”.
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