"Soy un incordio pero... ¿tenía otra alternativa?", lamenta el secretario de Ratzinger Gänswein "no asumirá un cargo" en Friburgo y solo podrá celebrar, "previa consulta", confirmaciones y "servicios festivos locales"
"Llegué hace cuatro días, es muy pronto para decir cómo será esta nueva vida. Todavía tengo que entender lo que voy a hacer", explica Gänswein desde su 'exilio' en Alemania. Ahora ya lo sabe, después de un encuentro con el arzobispo: no tendrá ningún cargo "permanente"
El prelado vive ahora en un apartamento en el seminario, en mitad del silencio, también buscado, de la diócesis. El reportero lo encuentra casi a la hora de cenar. "Como sabe, prometí guardar silencio y obedecer"
"Llegué hace cuatro días, es muy pronto para decir cómo será esta nueva vida. Todavía tengo que entender lo que voy a hacer". Desde su 'exilio' en Friburgo, el secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, trata de reorientar su futuro. Y lo hace reconociéndose "un incordio", tal y como ha relatado Fulvio Fiano en Corriere.
A la espera de una solución definitiva para su futuro (pendiente de una decisión, personal y fundamental, del Papa Francisco), el arzobispo espera ver "en los próximos días" al arzobispo Berger, titular de Friburgo, con el que deberá convivir. Dos arzobispos en una diócesis, pero solo uno con mando y cargo. Y no es Gänswein.
Un encuentro que ya se ha producido, tal y como ha reconocido la diócesis de Friburgo en un comunicado, en el que anuncia que el secretario de Ratzinger "no asumirá un cargo en el Ordinariato archidiocesano ni un puesto fijo y permanente" en la archidiócesis de Friburgo.
"Es posible, previa consulta con el arzobispo Burger, que asuma encargos individuales como confirmaciones o servicios festivos locales", señala la nota, que añade que Gänswein podrá presidi los oficios regulares en la catedral de Friburgo en su calidad de canónigo honorario a partir de otoño.
"Sé que soy un incordio, un 'grano en el culo' (según la traducción de Katholische), en el sentido de que soy incómodo, me he encontrado en medio de la situación", admite Gänswein, quien intenta mantenerse en el silencio obediente que se autoimpuso "por el momento", hasta que el Papa decida sobre él.
El prelado vive ahora en un apartamento en el seminario, en mitad del silencio, también buscado, de la diócesis. El reportero lo encuentra casi a la hora de cenar. "Como sabe, prometí guardar silencio y obedecer" es la respuesta, educada, de Gänswein al reportero de Corriere.
Una charla sobre el "vino excelente, mejor que el italiano" de la zona, y una petición: "Saluda a Roma de mi parte". Y una pregunta en el aire, que suena más a respuesta sobre su regreso a Alemania: "¿Tenía alguna alternativa?".
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