(Vatican News ).- "A un colapso económico total", a esto es a lo que se está enfrentando Yemen debido a los importantes recortes en la ayuda humanitaria internacional, la disminución de las remesas, el debilitamiento de la moneda y la pandemia del coronavirus.
Más de dos millones de niños – denuncia Unicef – están desnutridos y 6.600 menores de cinco años podrían morir por causas evitables para finales de año, en la peor crisis humanitaria del mundo. Por lo tanto, un "desastre sin precedentes", según Mark Lowcock, Subsecretario General de Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia de las Naciones Unidas (OCHA), quien ha hecho un llamamiento a los donadores para que restablezcan la financiación.
"Los precios de los alimentos han aumentado entre 10 y 20 por ciento en las últimas dos semanas. Sin nuevas inyecciones de divisas, esta situación empeorará" y las remesas enviadas por los yemeníes en el extranjero pueden haber caído entre el 50 y el 70 por ciento desde que el coronavirus comenzó a afectar a la economía mundial.
Hay fondos pero también hay mucha inseguridad
Esta es la realidad, pero se necesita mirar más profundamente. En resumen, este es el mensaje que expresa en nuestros micrófonos, Monseñor Paul Hinder, Vicario Apostólico de Arabia del Sur. "Según la información que tengo – explica – puedo decir que es sustancialmente cierto lo que dice la ONU y corresponde a la fea realidad del Yemen. Pero quizás lo que no se ve debería añadirse: no es tanto el dinero lo que falta, los países vecinos y otros países están dispuestos a donar o ya han dado miles de millones. El principal problema es que faltan estructuras y redes fiables dentro del país para hacer llegar la ayuda.
Faltan estructuras y redes confiables
Monseñor Hinder llama dramáticamente la atención sobre la destrucción de las instalaciones sanitarias del país, en más del 50% de los casos, y sobre la inseguridad que "dificulta, a veces imposibilita, el transporte". "La división del país en al menos tres partes, casi jurisdicciones diferentes – continúa el Vicario Apostólico – dificulta aún más la ayuda eficiente y coordinada y, sin una tregua entre las partes de los beligerantes, internas y externas, todas las operaciones humanitarias permanecerán al menos parcialmente paralizadas".
Encomendarse a María, Reina de la Paz
A esta amarga constatación sigue una oración. "Por mi parte – estas son las palabras de Monseñor Hinder – sólo puedo invocar a la Reina de la Paz para que rece por Yemen y sobre todo para que los que tienen responsabilidades comprendan la seriedad y la gravedad de la situación interna y externa de Yemen. No veo cómo podemos salir de esto hoy: hay muchas organizaciones que tratan de hacer todo lo posible por la población, incluso si lo que se puede hacer en Adén no será posible en Sana'a y viceversa. Este es el drama de este país, un país "roto". Es esencial, por lo tanto, que haya seguridad – continúa Monseñor Hinder para concluir – junto con estabilidad, de lo contrario las ONG que colaboran con la Media Luna Roja, la única que hasta ahora ha trabajado activamente, también pueden ser activas a todos los efectos".