(Antonio Aradillas).- La mujer por mujer es hoy objeto de intensa reflexión también dentro de la Iglesia. Su actualidad es permanente. Y comprometida. La Iglesia es y tiene su nombre. Y habrá de ser y tenerlo más todavía. Cuando Ella no sea, o no ejerza, de mujer con todas y cada una de sus consecuencias, no tiene futuro o este no será humano y divino a la vez. Es posible que las siguientes sugerencias contribuyan a despejar el camino.
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