En este dramático contexto, en su homilía del domingo de Pentecostés, el cardenal Bo reiteró la invitación dirigida a los birmanos por el Papa Francisco el 16 de mayo, durante la misa por Myanmar, a permanecer unidos y trabajar por la paz. "Hay diferencias de opinión entre la gente: algunos quieren la paz, otros quieren la confrontación con el ejército federal. Pero construir la democracia", advirtió, "no es como construir la Torre de Babel. Todos debemos hablar el mismo idioma. La democracia es un gran ideal que, sin embargo, puede ser malinterpretado. Nunca la violencia puede dar lugar a la democracia. Sólo la paz puede", añadió.
🇲🇲 El Ejército de Independencia Kachin (KIA) toma y quema dos puesto militares y uno policial del Tatmadaw en la mina de jade de Hkamti, región de Sagaing. pic.twitter.com/FSjJYoTtn7
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) May 23, 2021
El lenguaje de la esperanza y el amor
El arzobispo de Yangon advirtió entonces de las divisiones del pueblo birmano, un "mosaico de culturas" con ocho grupos étnicos principales y más de cien lenguas. "Con tantas lenguas debemos tener una visión y un lenguaje común, el de la esperanza y el amor" con el que "podemos ganar", dijo el cardenal, recordando cómo el milagro de las lenguas en el día de Pentecostés significa precisamente eso: "En Pentecostés, Dios usó las lenguas para llevar a la gente hacia sí: las lenguas ya no se usarían para dividir a la gente", como en la Torre de Babel, sino para unirla.
Significado del viento y del fuego
Después, el cardenal Bo se centró en los otros dos símbolos de Pentecostés que tienen un significado especial para Myanmar en este difícil momento: el viento y el fuego. El viento -explicó- es una manifestación del Espíritu Santo que anticipa una nueva creación, pero también es ese aire, "ese oxígeno vivificante" que falta hoy en Myanmar porque no hay paz. De ahí la exhortación a dejar que"el Espíritu Santo sople con vigor trayendo el oxígeno de la esperanza, la curación y la paz" en el país.
Por último, el presidente de los obispos birmanos recordó el símbolo del fuego, que representa la purificación. "Como nación, Myanmar necesita purificarse de sus pecados: que este fuego purifique del odio", fue la exhortación del cardenal. Pero el fuego -añadió- también representa lo constante y como su poder salvador para cambiar el mundo a través del encuentro con Cristo.
El cardenal Bo concluyó con la esperanza de que el fuego de Pentecostés pueda dar lugar a un "nuevo Myanmar de paz y reconciliación a través del poder del Espíritu Santo".