El teólogo Christian Bauer analiza el futuro de la formación sacerdotal La reclericalización, pesada carga para todas las vías vocacionales eclesiásticas
“Ya después del Concilio Vaticano II hubo nuevos enfoques bastante notables en la formación sacerdotal en muchas diócesis, que, sin embargo, se agotaron en gran medida en el retroceso del doble pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI”, advierte Bauer
“El papa Francisco recomienda la sinodalidad, el ‘avanzar juntos’ de todos los bautizados, como un ‘antídoto’ contra los abusos sistémicos de poder”, añade el teólogo
“En lugar de exigir que se entre en el seminario, hay que exigir que se salga al mundo”, así de claro y contundente se expresa Christian Bauer en un artículo publicado en el portal religioso alemán Katholisch.de. Las reflexiones de este teólogo de la pastoral de Innsbruck se producen en el contexto del debate que lleva a cabo la Conferencia Episcopal Alemana sobre el futuro de la formación sacerdotal. Al mismo tiempo, Bauer asegura que este es también un tema clave en el Camino Sinodal.
Para Bauer, en vista de la actual crisis de los abusos en la Iglesia alemana y también en la universal, “esta contribución al debate pretende ser un impulso para un replanteamiento fundamental y global de la formación sacerdotal en el contexto de la autoevangelización sinodal de la Iglesia”. En este sentido, el teólogo advierte que “ya después del Concilio Vaticano II hubo nuevos enfoques bastante notables en la formación sacerdotal en muchas diócesis, que, sin embargo, se agotaron en gran medida en el retroceso del doble pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.
“La reclericalización generalizada de esos ‘años de plomo’ —advierte en alusión a los pontificados de Wojtyla y Ratzinger— es una pesada hipoteca para todas las vocaciones eclesiales, incluida la de los sacerdotes. Después de una conferencia, un anciano sacerdote me dijo una vez que había sido insultado dos veces en su vida como ‘cura del Consejo’: una vez como joven capellán por su viejo párroco, y ahora como viejo párroco por su joven capellán. En el pontificado del papa Francisco, sin embargo, surgen ahora nuevas posibilidades para una formación sacerdotal post-clerical que es ‘sinodal’ en el sentido de una comunidad de iguales en el camino”.
Sinodalidad en lugar de clericalismo
Bauer no tiene dudas de que la formación sacerdotal tal como se ha concebido hasta ahora, conduce a menudo a una “socialización en un habitus clerical” (“a menudo no previsto, pero sin embargo efectivo como efecto de sistema”), peligrosamente identificado, desde hace, tiempo como “una razón esencial para el abuso espiritual hasta la violencia sexualizada”. “A pesar de las mejores intenciones de los formadores —reconoce el teólogo alemán— las formas anteriores de formación sacerdotal favorecen la formación de un pernicioso espíritu de cuerpo clerical”.
El problema aquí, asegura, no es tanto los comportamientos individuales de ciertas asociaciones masculinas clericales, sino más bien estas asociaciones masculinas en sí mismas: “El clericalismo significa un sistema jerárquico-autoritario, que por parte del sacerdote puede llevar a una actitud de dominación de las personas no ordenadas en las interacciones, porque tiene una posición superior qua oficio y ordenación. El abuso sexual es una consecuencia extrema de esta dominación. En resumen: el clericalismo es el poder pastoral más la imagen corporativa de la iglesia. O incluso más corto: cuidado paternalista opresivo”, sentencia.
Para comprender cuán peligrosa es en este contexto una autoconfusión sacralizadora del poder eclesiástico con la autoridad de Cristo, Bauer recurre a una declaración original de una superviviente de abusos sexuales: “Me dijo que estoy maldita por Dios y que Dios me odia. Abusó de mí delante del Santísimo Sacramento, me profanó y dijo que Dios quiere esto y que Dios lo aprueba. Lo que te hago yo, te lo hace Dios”. Para el sociólogo, este es “el escollo existencial contra el que urge una reorientación fundamental de la formación sacerdotal que señale una verdadera conversión”.
Bauer recuerda que el proceso hacia una conversión profunda requiere apoyo magisterial, un apoyo que la Iglesia encuentra en Roma de la mano del papa Francisco. “Bergoglio recomienda la sinodalidad, el ‘avanzar juntos’ de todos los bautizados, como un ‘antídoto’ contra los abusos sistémicos de poder”, apunta el teólogo. En este sentido, aclara que el último documento de debate del grupo de trabajo DBK propone una vía “sinodal” con su idea de una formación común de los futuros sacerdotes, asistentes parroquiales y pastorales. “Porque la formación pastoral de la ‘Iglesia enteramente sinodal’ que propone Francisco es también un camino sinodal, es decir, un camino compartido por todos los implicados -del griego syn-odos, el camino común ("syn-") ("-odos"): la formación como escuela común de discipulado”, apunta.
En relación con la formación de los futuros ministros de la Iglesia, Bauer asegura que estos deben conocer y ser capaces de practicar una forma de conocimiento teológico “que se asemeje a la del camino”. Y para ello recupera las palabras de Johann B. Metz (“Sólo siguiendo a él saben los cristianos por quién se han dejado llevar”) y Bernhard Spielberg (“Los jefes de caravana no se forman en un internado. Para el desierto uno se entrena en el desierto. A los quince años, los jóvenes son elegidos para ir con una caravana durante quince años. Sólo entonces asumen ellos mismos la responsabilidad. Por el camino aprenden a estar en la carretera”).
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