Muchacho con síndrome de down

De tarde en tarde me es posible expresar visualmente para la web Nido de Poesíami personal lectura de un puñadito de poemas. Este es el caso de hoy mismo. Bajo la leyenda "Más poemas de Jesús Mauleón" (cliquear) podéis asomaros ya a un nuevo ramillete de versos del sacerdote navarro de Arróniz, infatigable orfebre de exquisita literatura humanista. Poesía social, poesía mística... Poesía de experiencia siempre... Poesía religiosa siempre, porque, como escribió provocadoramente Dámaso Alonso: "Si la poesía no es religiosa, no es poesía. Toda poesía, directísima o indirectísimamente, busca a Dios".

Me llega un email desde su ordenador donde me confidencia:

Sí, ya estoy en el Nido. Ya tengo los doce pollos-poemas piando a los cuatro vientos de la Red de Redes o Inmensa y asombrosa Maraña. Al margen de mis versos, qué revolución en las comunicaciones ha supuesto este recientísimo, maravilloso invento. Y tú cómo te has metido de lleno en él, cultivando esta parcela de la belleza, que no está al alcance de cualquiera... Gracias por lo que a mí me toca. Has terminado conmigo. Ahora descansa. Amén.


Me gustaría presentar uno de los poemas de Mauleón: "Muchacho con síndrome de down" (cliquear). Generalmente, cuando escribe versos, Jesús no hace escapadas metafísicas sino aproximaciones bien físicas. Sus escritos se refieren tantas veces a gente concreta... Así, leímos en aquella pequeña historia de la invidenteque descifraba la Biblia en braille, el nombre de carne y hueso de "Tere Iturralde". Se llenan de gente los versos de Mauleón como el corazón de Casaldáliga:

Al final del camino me dirán:
–¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres.


Aquí el pequeño protagonista se llama Genaro, Genaro Aguinaga. Para él, para todos los niños down y sus familias, redactó los siguientes piropos en clave de reverencia, con resonancias bíblicas del salmo 1:

MUCHACHO CON SÍNDROME DE DOWN

No cambiaré por mil cromos tu cara
ni por diez mil juguetes la bondad con que miras.
Prefiero tu sonrisa a un caballo de oro
y un gesto tuyo de felicidad a las fiestas.
Mejor es tu palabra confiada que el discurso de un sabio
y tu apretón de manos que el regalo de un príncipe.
Vale más tu gratitud que un botín fabuloso
y todo tú eres más feliz que un despertar de sol, con muchos pájaros
y un arroyo a los pies de tu casa.
Quien te cobija, cobija la bondad, y la luz, y la música,
y un espejo limpio en el que hasta los cielos se miran con agrado.
Y cuando sales a la calle, vuelves mejor el mundo
y haces más hondo el aire que respiras.


Pasado mañana más.
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