Otoño 5. La caída de la ÚLTIMA HOJA



Van quedando los árboles sin fronda. Se acurruca la savia en su refugio de invierno, y se echa a dormir hasta la primavera. Bellamente lo expresa Miguel Hernández en su poema "Invierno puro". Por aquellos juveniles años de militancia católica, el desnudo árbol simbolizaba, para su espiritualidad, la excelencia de la virtud. Sin mentira de hojas, sin pecado de frutos... Golpeado por el viento purificador de la montaña...

"... Ya el castillo del árbol se desploma
poco a poco, hoja a hoja, nido a nido,
y el esqueleto vegetal asoma.

¡Qué mondez! Lo engañoso derretido,
ya triunfa la verdad, vástago eterno,
la savia muerta y el vigor caído.

A la hoja mujeril, varón invierno
persuadió a descender de su eminencia
con un aire insistente y boquitierno.

Opuso aquella alguna resistencia,
pero, mujer al fin, cayó en el vuelo
de una serena luz sin competencia..."



SABE LA TIERRA QUE LATE SU ENTRAÑA



Impresionante imagen de un árbol muerto. Pero sabe Neruda que hay, en la naturaleza, un ciclo perpetuo de vida/muerte/vida... Al otoño ("eres hojas, / eres trino, / eres oro..."), le sucede el invierno ("estás desnudo, encima / del invierno, / no tienes manos..."). Y el barro resucita en nueva vida... ("eres tierra, eres semilla, / eres tacto, / eres tronco...").

¿A quién le dice Pablo "eres..."? ¿Al árbol o al hombre? José Luis Hidalgo en "Algo más" se pregunta por la sobrevida de la gente:"Porque la muerte no toca a los hombres / cuando en lo oscuro sus cuerpos se borran. / Sabe la tierra que late su entraña, / sabe la noche que todo retorna. / Sólo los hombres no saben. Pensamos / que el corazón es igual que la rosa."

LA CEREMONIA

¿QUÉ hiciste de tus manos,
árbol muerto?
¿Las dejaste
colgando
del otoño?
¿Las arrastraste
por la carretera
de la muerte amarilla?

Oh lento nido
de la hojarasca, el viento
llegó con su violín
y luego el fuego.
Yo vi la ceremonia,
dura una vida
entera:
eres tierra, eres semilla,
eres tacto,
eres tronco,
eres hojas,
eres trino,
eres oro,
estás desnudo, encima
del invierno,
no tienes manos,
eres
de nuevo
barro,
silencio negro,
sombra.



PENSÉ EN ARRANCAR EL CORAZÓN Y ECHARLO...



La siembra de Octubre invita al romántico poeta de Moguer a sembrar, él también, una personalísima semilla: su propio corazón...

OCTUBRE

Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente

Pensé arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,

a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.



EL VERDE SUEÑO DE LA TIERRA



Se siente Antonio Machado ajeno al espectáculo de las hojas caídas, su lúgubre quejido, su funeraria pira, su destino final de ceniza. Más bella, más alegre, para el soñador sevillano, la silenciosa savia, en surtidor, de primavera:

OTOÑO

El cárdeno otoño
no tiene leyendas
para mí. Los salmos
de las frondas muertas,
jamás he escuchado,
que el viento se lleva.
Yo no sé los salmos
de las hojas secas,
sino el sueño verde
de la amarga tierra.



EN NUESTRO CUERPO RESUCITARÁ TODA LA TIERRA



Hoy, 2 de noviembre, festividad de los Fieles Difuntos, es una gran oportunidad para saborear literariamente y meditar desde el corazón unos reflexivos versos del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, lírico y sabio según su costumbre.



En imagen, el cementerio de la Abadía cisterciense de Cóbreces, en Cantabria que, probablemente, se asemeja mucho al camposanto referido por Cardenal: humildes cruces de hierro sin lápida y acaso sin nombre... El autor de "Cántico cósmico", extraordinario poema-río sobre la historia sagrada del universo y la humanidad (Trotta 1992, 410 páginas)anuncia para sus hermanos de fe una resurrección gozosa del brazo de toda la creación.

CEMENTERIO (Monasterio Trapense)

Ha llegado al cementerio trapense la primavera,
al cementerio verde de hierba recién rozada
con sus cruces de hierro en hilera como una siembra,
donde el cardenal llama a su amada y la amada
responde a la llamada de su rojo enamorado.
Donde el reyezuelo recoge ramitas para su nido
y se oye el rumor del tractor amarillo
al otro lado de la carretera, rozando el potrero.
Ahora vosotros sois fósforo, nitrógeno y potasa.
Y con la lluvia de anoche, que desentierra raíces
y abre los retoños, alimentáis las plantas
como comíais las plantas que antes fueron hombres
y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa.
Pero cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original
-porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir-
no resucitaréis solos, como fuisteis enterrados,
sino que en vuestro cuerpo resucitará toda la tierra:
la lluvia de anoche, y el nido del reyezuelo,
la vaca Holstein, blanca y negra, en la colina,
el amor del cardenal, y el tractor de mayo.



DESPEDIDA

Cerramos con este post el miniciclo lirico sobre el OTOÑO. Facilitamos seguidamente enlace a sus páginas y a sus trece poemas:

Otoño 1.LA ESTRELLA ROTA DE LAS HOJAS

UN DIBUJO DE OCTUBRE, por José Emilio Pacheco
DESEO, por Luis Cernuda
VA LLEGANDO EL OTOÑO, por Lorenzo Oliván


Otoño 2.MUÑOZ ROJAS se fue, rama encendida

QUAERE INTUS


Otoño 3.NOS DEJA FRUTOS

CABALLERO DE OTOÑO, por José Hierro
POEMA PARA OCTUBRE, por Leopoldo e Luis
EL SOL DE OCTUBRE CIÑE..., por José Hierro


Otoño 4.ERNESTINA DE CHAMPOURCIN,
hoja que rueda en Sus Manos


COMO ESA HOJA...
VISIÓN


Otoño 5.La caída de la ÚLTIMA HOJA

LA CEREMONIA, por Pablo Neruda
OCTUBRE, por Juan Ramón Jiménez
OTOÑO, por Antonio Machado
CEMENTERIO (Monasterio Trapense), por Ernesto Cardenal
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