Roberto Cabral 5. LA SONRISA DE DIOS

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En su “Carta al Padre Ponce”, Cabral del Hoyo viene a expresarle que no es acertado afirmar de él que es creyente. “Hallado en Dios me juzgas –le escribe– cuando vivo / en las tinieblas de su alejamiento, / cuando voy en su busca torpe y lento, / y en lo vano, resuelto y agresivo.” Como informábamos en la última entrega, el poeta mexicano se define “agnóstico”. De educación cristiana, se manifiesta Cabral, en sus poemas, más como explorador de trascendencia que católico practicante. Uno de los escenarios donde con mayor convencimiento descubre la Presencia de Dios es la Naturaleza, sobre la que conoceremos tres breves y sencillos poemas de última escritura. La admiración del juglar zapotecano por la Creación como espejo de Dios, Templo de su Presencia, nos anima a emocionarnos con sus versos, tan encendidos de asombro ante el misterio de la Vida.

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NUESTRA TIERRA, SANTUARIO DE HERMOSURA

Me gustaría, de momento, pellizcar algún sugeridor texto que nos hable, con fascinación y arrobo, de la Tierra como Catedral del Misterio, Santuario de la Hermosura:

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Recatado cantor (pájaro cenzontle): “Ajeno al parlotear de los gorriones, / se abrasa, deslumbrado y conmovido, / en la divina combustión del canto.”

A un colibrí(muerto): “Trocito de arcoíris, sublimación del vuelo, / querube desterrado que ahora vuelve al cielo...”

Ave del paraíso”: “Ave paradisíaca, si no cantas ni vuelas, / de garza el cuello tienes, pico de picaflor... / Flamenco embalsamado, / ¿por qué no te rebelas / y emprendes un mayúsculo vuelo liberador?”

Queso añejo: “Estoy comiendo queso añejo / de Huejuquilla o de Valparaíso, / como si paladeara suculentas / rebanadas de infancia.”

Octubre: “De la vencida rama, / a punto de caer por el exceso / de madurez, los frutos penden. / Al más tímido intento de una mano / han de llover las dádivas. / Aguarda, viento del otoño.”

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NADA PUDE DECIR SINO SONRIENDO...

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Cuando Dios crea el mundo y al hombre, se detiene a contemplar su obra. La Biblia lo refiere así: “Y vio Dios todo lo que había hecho y, miren, era muy bueno (Gen 1,31).” Y sonreía satisfecho. Ese era el talante contemplativo del místico poeta zacatecano. Todo era bello alrededor de los oyameles (“abies religiosa”, abeto religioso), cada día más introducidos en los hogares por Navidad. La sonrisa de Dios era dorada (“la sonrisa de Dios me deslumbraba”, recuerda el poeta que en aquellos momentos solo sabía ser feliz). Intercambiamos gráficamente entre poema y poema unas manos que sostienen una luminosa esfera de la Tierra. ¿Son las Manos de Dios que ofrecen su Creación al hombre, o las manos del hombre que reciben de Dios, regalo de confianza, prolongar su obra?

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LA SONRISA DE DIOS

Dios estaba sonriendo.

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Su sonrisa
era dorada entre los oyameles:
los troncos y las ramas y las hojas…
De cielo azul en el más alto espacio.
De roca y nieve entre las nubes bajas.
Y de hondonadas verdes –allá en las lontananzas–
perdidas en el viento y en la bruma.

La sonrisa de Dios me deslumbraba.
Nada pude decir sino sonriendo.


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¡QUÉ ESPLENDOR DE LA LUZ ENTRE LOS ÁRBOLES!

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Ya la santa de Ávila, cuyo centenario venimos celebrando, había dejado escrito: “En cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita”. Disfrutando el espectáculo de una madrugada limpia y misteriosa, parece intuir Cabral la presencia de una extraña luz estrenando el paisaje. Recordemos la genial revelación de Pablo a los Corintios, refiriéndose a la contemplación gloriosa de los bienaventurados: “En el momento presente vemos las cosas como en un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara (1Cor 13,2).

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TRÓPICO

El cielo de la noche se descolgó en chubascos
que ahora enjuga el sol y el surco absorbe.
¡Qué esplendor de la luz entre los árboles!
¡qué infinita la gama de los verdes!

Hoy más bello que nunca es el espejo
de Dios, recién lavado, como nuevo.

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ENTRE LOS POBRES EN EL CAMPO

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¿Dónde encontrar a Dios? En la naturaleza, veíamos (¡qué delicia pensar, en Dios y en el alma, a la sombra de un árbol!) ¿Se puede encontrar a Dios en las iglesias? La respuesta del poeta es clara: “¡qué esfuerzos he de hacer para sentirme cerca de Dios en las iglesias opulentas!” ¿En qué otro ámbito podríamos buscar y encontrar a Dios? En el hermano, en los pobres. Una sola cita de pocos versos: en “Diciembre tibio” sale Roberto a la calle a pasear, y va conversando con gente humilde, pobre, sencilla, la que más le gusta: “Saludo a los amigos albañiles, / a la anciana del puesto de tamales, / y escucho un organillo callejero / en coro de barullos escolares. / Y del fondo del pecho se me escapan / estas palabras claras como el aire. / ¡Feliz el que logró llegar a viejo / sin envidiar ni desdeñar a nadie!

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EN LAS IGLESIAS OPULENTAS

En las iglesias opulentas
qué esfuerzos he de hacer para sentirme
cerca de Dios y ajeno del entorno.

Que fácilmente en cambio, me he sentido
muy cerca de Él, soñando
a la sombra de un árbol, bajo el cielo,
o sentado a la puerta de una choza,
entre los pobres en el campo.


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ROBERTO CABRAL DEL HOYO

Insigne poeta, formó parte del histórico
grupo Ocho Poetas Mexicanos

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1.Nuestras dos gravideces

LOS ESPOSOS
ALABEMOS
SE DIJO QUE UNA MADRE HA MUERTO


2.Me prestaste tus ojos para verme

HASTA QUE TÚ, SONRIENTE

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TE QUIERO PARA TI
ESAS COPLAS


3.Siempre que logro darme por entero

EN LAS MANOS DE DIOS
LA FELICIDAD
MIENTRAS TÚ TE ILUMINAS


4.Y plenamente aún enamorado

ENAMORADO
LA DECLARACIÓN DE AMOR
EL MILAGRO


5.La sonrisa de Dios

LA SONRISA DE DIOS
TRÓPICO
EN LAS IGLESIAS OPULENTAS


6.Sangrando a borbotones

DE LA BELLEZA
EL MENSAJE PERDIDO
POLVO Y SUEÑO


7.Tal vez como a los pájaros me asistes...

DICHO CON ROSAS
UNA VEZ MÁS
PREMONICIONES


y8.Dos importantes poemas, para finalizar

PECADOS
AGUZO LOS SENTIDOS



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