Santificar EL DÍA. y4
Acostumbrado al paso de los días
También la noche es tiempo de examen. Hacemos memoria de lo bueno y de lo malo vividos. Si la momoria es viva, no nos ha de dejar indiferentes. No nos apresuremos en cerrar página. Quizás nos ayuden los siguientes versos de Rafael Alfaro, nuestro invitado de hoy. El poeta quería borrar algunos nombres en su memoria, y pasar a otra cosa mariposa. No pudo. Y gracias a su fidelidad y respeto a lo vivido, cerró página y celebró esta vez la santificación del grito y de las lágrimas: DESPEDIDA.Acostumbrado al paso de los días, / el viajero siguió su senda. Vio / cumplidas en su asombro sus agujas, / y dijo adiós como si nada / hubiera sucedido. / No obstante, contempló / nuevos nombres escritos en la cal / de sus paredes interiores. Era / la cosecha de un tiempo ya imposible / de olvidar. Apretó en gavillas de oro / tanta vida. Miró a su alrededor / y comprobó que nadie lo veía. / Y, contra su costumbre, / rompió a llorar inconsolablemente.
ALFARO, RAFAEL. [El Cañavate, Cuenca (1930) – Granada (2014).] Dueño de un mundo personal en el que se aúnan sensibilidad, clasicismo y lucidez, es uno de los grandes poetas de su generación, la del 50. Fiel a su vocación de sacerdote salesiano ha sido muy valorado por lectores interesados en poesía espiritual de calidad literaria y humana. Lleva editados cerca de veinte selectos títulos. Después de la segunda antología “Mi fe de vida (1986–2007)”, habrá que ir enriqueciendo el catálogo, por haber recibido el premio de Poesía Mística Fernando Rielo por “Hora de la tarde” (edición en 2010).
ALGO COMO UNA ROSA EN CADA FRENTE
Somos libres. Responsables. No esperamos milagros del Poderoso: nos contempla con amor y acompaña en nuestra cabalgada diaria. Ya en el dormitorio, nos arropa y bendice, enjuga nuestras lágrimas y acaricia nuestra frente hasta que se cierren los ojos (“Quedéme y olvidéme, / el rostro recliné sobre el amado; / cesó todo y dejéme / dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado”: San Juan de la Cruz). Hermosos los versos que presiden el poema de Rafael Alfaro ¿Adónde van los días rebosantes?: “Anota en tu libro mi vida errante, / recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío” (Salmo 55).
¿ADÓNDE VAN LOS DÍAS REBOSANTES?
Adónde van los días rebosantes
de pasos, de carreras, de sollozos,
de risas, de palabras, de miradas,
de timbres de teléfonos, de manos
con sus gestos y sus aburrimientos,
repletas de oraciones y blasfemias,
de besos y bostezos y mordiscos,
¿adónde?
Pero, al llegar la noche, todos vamos
dejándonos la ropa
sucia sobre las manos del silencio.
Entonces, unos labios encendidos,
como una rosa dejan en la frente
de cada uno un sello. Mas retorna
otro día y no sabes hacia dónde
dirigirá sus pasos, sus palabras,
sus timbres, sus miradas, su incansable
cansancio. Sólo sabe que le esperan
a la noche unos labios que depositarán
algo como una rosa en cada frente.
DÉJAME QUE TE CANTE HORA TRAS HORA
Cerramos, de momento, la sección “Santificar el día” con un devoto poema de Ángel Sanz Arribas, que resume con elegancia y belleza las tres principales Horas que hemos seleccionado para este capítulo: Laudes, Vísperas y Completas. Preside el poema la cita de san Juan “Dios es Amor” (1 Jn 4,8). Cantan Laudes cien nidos a coro. Pide perdón el paisaje, en Vísperas, porque se va apagando su belleza al caer el día. Y en Completas el autor de los versos se reclina en las rodillas de Dios Amor. Para, finalmente, pedir al Señor de los Salmos que le deje cantar, hora tras hora, el día completo.
ORACIÓN DE LAS HORAS
Buenos días, Amor, mi casa es tuya
del cimiento a la torre, los cien nidos
de mi jardín estallan en latidos
para estrenarte a coro su aleluya.
Buenas tardes, Amor, siento que reza
en silencio el paisaje, y en su huida
pide perdón por tanta luz vencida
y por tanto derroche de belleza.
Buenas noches, Amor, en tus rodillas
me reclino por fin, tu paz me deja
entre el ruido de ayer que ya se aleja
y el alba que se acerca de puntillas.
Siempre, Amor, me sorprende y enamora
ese rescoldo azul de tu misterio;
hoy que mi corazón es un salterio
déjame que te cante hora tras hora.
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Santificar EL DÍA
1.Vivir en oración todo el día
MAÑANA BIENAVENTURADA, de Bartolomé Mostaza
DIOS, de Antonio Porpetta
MIS OJOS, MIS POBRES OJOS, de J. L. Martín Descalzo
2.Ya sube el sol por escala de nubes
Y NOS DIJISTE: LLENADLA DE PAN, de José Luis Blanco Vega
TU PODER MULTIPLICA, de José Luis Blanco Vega
MÁS LUZ, de Ángel Sanz Arribas
3.Te busco desde siempre
LA TARDE, de Juan José Domenchina
COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE, de Martín Descalzo
ANTES DE CERRAR LOS OJOS, de Bernardo Velado
y4.Acostumbrado al paso de los días
¿ADÓNDE VAN LOS DÍAS REBOSANTES? De Rafael Alfaro
ORACIÓN DE LAS HORAS, de Ángel Sanz Arribas
SEMBRAR
1.Y todo trabajo es vacío cuando no hay amor
SEÑOR QUE LO QUISISTE, de Dulce María Loynaz
2.La hermosa, la inmensa alegría de servir
POR UN VIVIR ACTIVO, de Leopoldo de Luis
EL PLACER DE SERVIR, de Gabriela Mistral
SEMBRAR, de José Ángel Buesa
3.La esperanza lleva mi nombre y dos apellidos
CREACIÓN DELEGADA, de Dámaso Alonso
EL PANADERO, de Antonio Oliver
LA ESCALERA, de Rafael Montesinos
y4.Esa gubia con que Dios comenzó la creación
UNO NO ESCOGE, de Gioconda Belli
AQUÍ VINO Y DE FUE, de León Felipe