Santificar EL DÍA. 1
Vivir en oración todo el día
Nos señaló el Señor que es necesario orar siempre y no desfallecer (Lc 18,1; 21,36). Los Apóstoles, naturalmente, insistieron en la misma exigencia de “perseverar constantemente en la oración” (Col 4,2). Adalbert Hamman es muy explícito en subrayar esta necesidad: “A la larga, no es más cómodo ser cristiano sin orar que vivir sin respirar. El creyente tiene necesidad de la oración para mantener su fe, del mismo modo que necesita el aire y el alimento para existir”.
ORAR LAS DIFERENTES HORAS. También facilitaría la comunicación con la divinidad estar atentos a la hora del día que nos marca el sol o el reloj: orar las diferentes horas podría ayudarnos a celebrar, a santificar, la jornada diaria. En la sección presente, “Santificar EL DÍA”, sugerimos algunos momentos del ritmo biológico de la naturaleza: amanecer, mediodía, atardecer y noche, que se corresponden con estaciones de la celebración diaria de la Liturgia de las Horas:Laudes, Horas Menores, Vísperas y Completas... Genera la oración un dinamismo espiritual que santifica el tiempo, ofreciéndoselo a Dios.
LA LUZ DE CRISTO REDENTOR... Con la Liturgia de las Horas nos asociamos a la Iglesia universal que reza a lo ancho de todo el mundo, pero, además, al himno que ángeles y santos cantan para el Señor en la Gloria, que un día esperamos alcanzar. Nos conmueve el siguiente texto de Gauthier:“La luz de Cristo resucitado atraviesa el tiempo como una vidriera, que enciende y abraza todos los tiempos”.
TODO ES DIOS, A LA REDONDA
Amanece. Con un gajo de cerezas en la mano, le viene al alma a Bartolomé Mostaza la memoria de su padre, que un día plantó el cerezo. Y se abre a Dios y comulga con él, como comulga con su padre al saborear el agridulce fruto. Si abrimos, con fe, los cinco sentidos a todo lo que nos ocurre en el día a día, acaso descubramos mensajes que nos llegaron de Dios al móvil del corazón. Reflexiona: sería hermoso releer pausadamente el poema y detenerse en las frases donde aparece la palabra “Dios” (seis veces). Y saborearla, rumiarla, comulgarla...
MAÑANA BIENAVENTURADA
Dios está al alcance de la mano ahora,
como está esa rama de cerezas.
Yo pronuncio Dios
con la misma sencillez y el mismo afecto,
natural y bueno, con que digo padre,
recordando al padre mío que plantó,
hace ya cuarenta inviernos,
el cerezo en el rincón del huerto.
Dios respiro y huele
a poleo y a romero.
¿Son palabras de Dios esos pájaros
que gorjean en la olmeda amor?
Oigo en ellos su mensaje paternal.
Oigo como quien oyera una fragancia...
A vaharadas viene Dios a mí.
Viene a olas como un piélago de amor.
Nado en él, braceo, me zambullo.
Y, de pronto, me sorprendo
con el gajo de cerezas en la mano;
y a comer empiezo pulpas agridulces.
Sabe a Dios también esta mañana,
como cesta de cerezas.
Todo es Dios, a la redonda,
tras haberlo comulgado.
DIO CALOR A UNOS NIDOS ABRUMADOS DE ESCARCHA
Recorre Dios Amor la tierra intentando poner orden, belleza, eficiencia en la naturaleza herida y en las oscuras hazañas de su administrador el hombre. Evoca Antonio Porpetta el primer aliento creador de Dios... Al crear al hombre le había confiado la tierra para que la cuidase, completando su inicial trabajo... Pero ahora es triste su mirada, como de fracaso. Sugerencia:está naciendo el sol; se abre, como una flor, un nuevo día. ¿Qué le gustaría a Dios que yo hiciera hoy por salvar algo de su creación?
DIOS
Ha madrugado Dios esta mañana:
escuché su trajín, su atareado
revuelo por los árboles.
Es tan grande su casa, que no puede
dar reposo a sus manos.
Comenzó por las cumbres,
barriendo tiernamente las últimas memorias
del invierno. Los ríos le esperaban:
pulimentó sus cauces, enderezó los juncos
y puso más verdor en los cañaverales.
Se retrasaba el sol en su redondo sueño
y tuvo que encender sus almenaras
y enderezar su rostro gigantesco
detrás de las colinas. Puso orden
al loco griterío de los pájaros,
dio calor a unos nidos abrumados de escarcha,
y lamió los rasguños de una corza batida
por el viento. Se acercó hasta los mares:
limpió los arrecifes, repartió las espumas,
azuleó las aguas, y suprimió el silencio
de las islas. Detuvo una tormenta,
mandó que un aire lento peinara los trigales,
que en la tierra brotaran las semillas,
que el fuego despertara su furia en lo profundo.
Después ha descansado un brevísimo instante
cerca de mi ventana.
Lo he tenido muy cerca,
fragante y luminoso: Me ha mirado y he visto
como una leve duda en sus ojos inmensos,
como un cierto dolor,
quizás como un humano desaliento.
CON MIS OJOS TE VERÉ
Abre J. L. Martín Descalzo los ojos, al despertar de madrugada, y le pide a Dios saber distinguir con claridad la luz de las tinieblas y no olvidarse nunca de su amor. Me impresiona la súplica final: “Sostén ahora mi fe” (y es que “ahora vemos en espejo, en enigma; / entonces veremos cara a cara” (1 Cor 13,12). Viviendo en el campo quizá no fuera difícil abrir los ojos y descubrir a Dios en el misterio de la naturaleza. Pero en una sociedad de la imagen y lo provisional, es fácil perderse por lo banal y efímero, y no descubrir por allí el aliento vivificador de Dios. Sugerencia: meditemos el salmo 32. Dice el Señor: “Te enseñaré el camino por el que debes andar. / ¡Sobre ti fijaré mis ojos...!” Mírame, Señor, con ojos de misericordia. Mañana, al despertarme, me dejaré mirar por ti. Te pediré con el poeta: “Sostén ahora mi fe”. Te sentiré muy cerca a lo largo de todo el día.
MIS OJOS, MIS POBRES OJOS
Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.
Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.
Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.
Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará.
POESÍA PARA MEDITAR
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Santificar EL DÍA
1.Vivir en oración todo el día
MAÑANA BIENAVENTURADA, de Bartolomé Mostaza
DIOS, de Antonio Porpetta
MIS OJOS, MIS POBRES OJOS, de J. L. Martín Descalzo
2.Ya sube el sol por escala de nubes
Y NOS DIJISTE: LLENADLA DE PAN, de José Luis Blanco Vega
TU PODER MULTIPLICA, de José Luis Blanco Vega
MÁS LUZ, de Ángel Sanz Arribas
3.Te busco desde siempre
LA TARDE, de Juan José Domenchina
COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE, de Martín Descalzo
ANTES DE CERRAR LOS OJOS, de Bernardo Velado
y4.Acostumbrado al paso de los días
¿ADÓNDE VAN LOS DÍAS REBOSANTES? De Rafael Alfaro
ORACIÓN DE LAS HORAS, de Ángel Sanz Arribas
SEMBRAR
1.Y todo trabajo es vacío cuando no hay amor
SEÑOR QUE LO QUISISTE, de Dulce María Loynaz
2.La hermosa, la inmensa alegría de servir
POR UN VIVIR ACTIVO, de Leopoldo de Luis
EL PLACER DE SERVIR, de Gabriela Mistral
SEMBRAR, de José Ángel Buesa
3.La esperanza lleva mi nombre y dos apellidos
CREACIÓN DELEGADA, de Dámaso Alonso
EL PANADERO, de Antonio Oliver
LA ESCALERA, de Rafael Montesinos
y4.Esa gubia con que Dios comenzó la creación
UNO NO ESCOGE, de Gioconda Belli
AQUÍ VINO Y DE FUE, de León Felipe