Una fiesta que empezó en el Rocío y acabó en el Seminario Elizalde ve poco a poco llegar los frutos de sus dos seminarios
Luz y color, y sevillanas para la mañana y solemnidad para la tarde. La gazte mesa de San Miguel se llenó en esta ocasión para celebrar la ordenación de dos seminaristas de las órdenes menores de lectorado y acolitado, Luis Méndez y Ariel González, y para la admisión de otros tres seminaristas a las órdenes sagradas, Andrés Etxezarreta, Miguel Hermoso de Mendoza y Adriá Muñoz Escudé
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Luz y color, y sevillanas para la mañana y solemnidad para la tarde. La gazte mesa de San Miguel se llenó en esta ocasión para celebrar la ordenación de dos seminaristas de las órdenes menores de lectorado y acolitado, Luis Méndez y Ariel González, y para la admisión de otros tres seminaristas a las órdenes sagradas, Andrés Etxezarreta, Miguel Hermoso de Mendoza y Adriá Muñoz Escudé .
Luis Méndez, de 40 años, y Ariel González, de 25, son de Honduras y Nicaragua respectivamente y llevan tres años de formación en el Seminario de Vitoria y desde ayer oficialmente tienen la competencia de poder ayudar en el altar tanto en la lectura de la Palabra como en la mesa. Andrés Etxezarreta es guipuzcoano y tiene 23 años, mientras que Miguel Hermoso de Mendoza, 29 años, es de Pamplona y Adriá Muñoz Escudé es natural de Barcelona y 41 años. Los tres llevan formándose en este amplio edificio desde 2019 y llegar aquí es, de alguna manera, confirmar su candidatura al sacerdocio antes de ser ordenados diáconos, paso último para ser finalmente sacerdotes.
Elizalde se mostró radiante y satisfecho al ver cómo poco a poco va tomando cuerpo su proyecto de repoblación de presbíteros en la diócesis salidos de sus seminarios.
En su homilía que tuvo como referencias a San Ignacio, a San Juan de la Cruz y al Papa Francisco, el Obispo de Vitoria les dio la enhorabuena a los cinco por este paso importante y por ir superando la formación de manera exitosa y se dirigió a ellos para animarles a “seguir con su generosa entrega a Cristo, a la Iglesia y a la gran familia humana sin distinciones, a imitación de Jesús de Nazaret” Sus palabras finales fueron la referencia del Papa Francisco al signo de la cruz como el signo del abrazo de Dios.
Non solum sed etiam
Una semana cargada de polémicas se cerraba en la diócesis de Vitoria con dos fiestas por todo lo alto. La primera acogiendo el sentir y la devoción popular del pueblo andaluz afincado en Vitoria, herederos de aquellos emigrantes que en los 50 y 60 se fueron trasladando a una ciudad que crecía con la industria.
La celebración de la tarde con un marcado sabor diocesano y festivo. Un presbiterio diverso abarrotado de sacerdotes, diáconos y acólitos, entre los que estaban presentes también los recién llegados peregrinos de la eucaristía.
Un obispo feliz de ver como pronto bajará la media de edad en el presbiterio diocesano.
Yo me sumé a la celebración y los buenos deseos para los protagonistas de esta celebración y al Espíritu Santo le pido que les conceda el don de la empatía para que cuando alcancen la meta de la ordenación sacerdotal y sean destinados a sus parroquias y pueblos logren que ninguno de los feligreses que les sean confiados salgan espantados tras su llegada, que a cada uno sepan tratar, desde la misericordia y la caridad, y no desde el Derecho Canónico y las normas de la liturgia. Que sean buenos pastores de su pueblo y que todo lo aprendido en el Seminario les sirva para estar preparados para empezar a aprender en el día a día de su servicio pastoral. Que se abran a un futuro que ha de caminar por los equipos mixtos y a trabajar mano con mano con los laicos.