"Ellos 'no fueron solos' a la conquista de América" Antonio Aradillas: "Las mujeres influyeron decisivamente en el desarrollo general del Nuevo Mundo"
"Entre estas adelantadas se contaban mujeres de letras, monjas que en su mayoría desde las celdas escribían poesía y teatro, estudios musicales y filosóficos, dedicadas también a la caridad o a la educación"
"La mujer ejerció en América un liderazgo poco común, y ocupó puestos de responsabilidad que le estaban vedados en Europa"
“Los hombres no fueron solos a la conquista de América”. Tal es el título del precioso e interesante libro-catálogo editado por la Fundación Museo Naval –FMN-, con la colaboración del Gobierno de España.
Además de los hombres varones de los que ha hecho la historia larga y documentada referencia, también las mujeres, desde el silencio más o menos consciente y en ocasiones, hasta culpable, fueron y se comportaron como verdaderas protagonistas de uno de los acontecimientos más relevantes e impensables de todos los siglos, registrados en la historia universal, como fue el descubrimiento de América.
Y en la antesala-proa de cualquiera de las naos de tan colosal proeza, le pido prestada la voz y el tono a uno de los “pajes de escoba”, quien al amanecer de un nuevo día proclamaba esta oración: “ ¡Bendita sea la luz/ y la santa Vera Cruz / y el Señor de la Verdad/ y la Santísima Trinidad/. Bendita sea el alba/ y el Señor que la manda./ Bendito sea el día/ y el Señor que nos lo envía¡”.
Y así recordamos que, gracias sobre todo a la monarca española Isabel la Católica, “las mujeres fueron un elemento indispensable en el desarrollo cultural y económico de la colectividad: a través de su presencia, actividades, matrimonios, herencias o propiedades, influyendo decisivamente en el desarrollo general del Nuevo Mundo”.
Hay constancia de que el porcentaje de emigración femenina que llegó desde España, alcanzó hasta un 28,5 por ciento en el período 1560-1579. De las 5,013 mujeres registradas, 1980 eran casadas o viudas y 3,024 solteras”
Significativamente se destaca que “desde el primer momento los españoles contaron con el permiso de la Corte con “indias”. En este contexto pastoral y teológico, universidad y eclesiología, estas palabras del papa Francisco alcanzan representativo relieve, invocando a la Virgen el día 12 del pasado mes de diciembre como “Mujer madre y mestiza”.
El ilustre mestizo, Inca Garcilaso, explica, y se gloría, de esta condición con las siguientes palabras:”A los hijos de español e india , o de indio y española, nos llaman “mestizos”, por decir que somos mezclados de ambas naciones: fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y me honro con él. Aunque en Indias, si a uno de ellos le dicen sois un mestizo, o es un mestizo, lo toman por menosprecio”.
“Superiores intelectualmente a muchos hombres de su tiempo, entre estas adelantadas se contaban mujeres de letras, monjas que en su mayoría desde las celdas escribían poesía y teatro, estudios musicales y filosóficos, dedicadas también a la caridad o a la educación, que regentaron muchas de las escuelas levantadas en los primeros años… Una almirante, virreinas, adelantadas, gobernadoras… la mujer ejerció en América un liderazgo poco común, y ocupó puestos de responsabilidad que les estaban vedados en Europa… La mujer gobernaba, legislaba, administraba e impartía justicia y contribuyó como en pocos momentos de la historia a la configuración de una nueva estructura social”.
De entre algunos nombres destacan Beatriz de la Cueva, María de Toledo, Isabel de Bobadilla, Isabel de Mendoza, Aldonza Villalobos, María de Estrada, Beatriz de Palacios, Mencía Calderón, Isabel de Guevara, Isabel Barreto, Beatriz Estrada, Inés Suárez, Catalina de Erauso, Catalina de Bustamante, Sor Juana Inés de la Cruz, Sor Jerónima de la Asunción, Elvira de Mendoza , Isabel Bermúdez, María de Vera…y tantas otras, unas “señoras principales y de buen gesto para casar”, o para dedicar sus vidas a otros santos menesteres…
Obligado yo por ahora a ponerle el punto y aparte a tan grata información, sobrehumanamente pongo el acento en el dato convenientemente constatado de que fue precisamente una mujer, y no un hombre varón, quien desde España llevó y sembró en el Nuevo Mundo los primeros granos de trigo… Trigo y Eucaristía comenzaron a hacerse redentoramente presentes en aquellas latitudes, gracias a la atención, al cuidado y al sentido maternal salvador de una sola mujer.
Sor Juana Inés de la Cruz nos legó este interpelador y sugerente poema: “Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/, sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis:/ si con ansias sin igual / solicitáis su desdén,/ ¿Por qué queréis que obren bien ,/ si las incitáis al mal?”.
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