"¿Qué criterios impondrá el Nuncio en la selección de los episcopables, de aquí en adelante?" Antonio Aradillas: "¿Qué significan hoy los nuncios y las nunciaturas?"
"El anterior nuncio, ¿por qué dejó de serlo y no fue nombrado cardenal de la Santa Iglesia Romana, al igual que lo fueran sus antecesores?"
"¿Pensó el Nuncio que no vivir habitualmente en el grandioso palacio de la Nunciatura Apostólica, pudiera favorecer que los demás obispos, arzobispos y cardenales abandonaran sus respectivas mansiones palaciegas, dejándolas para otros fines verdaderamente religiosos y aún cristianos"
Por fin ya tenemos Nuncio en España, y ya “tomó posesión” (¿así se llama este evento?) de su nuevo cargo, en presencia de “personalidades” entre las que algunos echaron de menos la del Presidente de la Conferencia Episcopal Española. A otros, los más, les hubiera gustado que, con la fórmula de la “rueda de prensa” u otras parecidas, se hubiera aprovechado la oportunidad para hacerle llegar al pueblo de Dios algunas de las informaciones que precisa, exactamente en este orden de cosas. El Nuncio es, por definición, mensajero de ese pueblo en España ante la “Santa Sede” y viceversa, por lo que las preguntas son muchas, de relevancia y además, sus respuestas, urgentes.
Pensando con profesionalidad, y a la vista del historial político-eclesiástico del Nuncio anterior, ante la remota posibilidad de que algún día, lo antes posible, se nos brinde tiempo y ocasión para una conversación con el nuevo Nuncio, -por eso de su ascendencia Navarra- y por los maravillosos ejemplos que nos brinda el papa Francisco cansado, y con el ajetreo de los aviones y siempre a cielo abierto, me animo a apuntar estas sugerencias:
¿Qué significan hoy los Nuncios y las Nunciaturas? ¿Son ellos intermediarios, mensajeros oficiales -y de tú a tú- del Estado Vaticano con el Estado Español, con carácter meramente político, comercial o social? ¿Son intermediarios-mensajeros de la Iglesia española con la “Santa Sede” solo o fundamentalmente en cuestiones de religión? ¿Acaso esta circunstancia, ministerio u oficio no significaría cierta intromisión indebida en el esquema de las Conferencias Episcopales, cuyos cargos fueron y son elegidos democráticamente, -por sus “hermanos en el episcopado”- como caso único en el organigrama de las responsabilidades del gobierno y de la administración actual eclesiástica? ¿Pero no son a los Presidentes de estas Conferencias, y a sus comisiones, a quienes les están encomendados canónicamente estos quehaceres?
"¿Qué testimonio de Iglesia pueden darnos hoy los obispos residenciados en sus respectivos palacios?"
En relación con España, ¿qué piensa acerca de la actividad político-eclesiástica ejecutada por el Nuncio anterior? ¿Por qué dejó de serlo y no fue nombrado cardenal de la Santa Iglesia Romana, al igual que lo fueran sus antecesores? ¿Cree el señor Nuncio que su comportamiento en la elección de las ternas de los episcopables, hoy en las sedes hispanas, en calidad de obispos y de arzobispos, intervinieron personas e intereses no siempre religiosos? ¿Le suena al señor Nuncio el adjetivo “roucano”, como distintivo aún vigente en nuestro episcopologio, poco “vaticanista” y todavía poco o nada, “franciscano”?
¿Pensó el Nuncio que no vivir habitualmente en el grandioso palacio de la Nunciatura Apostólica, pudiera favorecer que los demás obispos, arzobispos y cardenales abandonaran sus respectivas mansiones palaciegas, dejándolas para otros fines verdaderamente religiosos y aún cristianos? ¿Qué testimonio de Iglesia pueden darnos hoy los obispos residenciados en sus respectivos palacios?
¿Qué criterios impondrá el Nuncio en la selección de los episcopables, de aquí en adelante, cuya terna enviará a la Curia Romana, con sus “notas” correspondientes? ¿Intervendrán de alguna manera los criterios de los sacerdotes de esas diócesis y sus laicos y “laicas”, o será la camarilla habitual de los asesores quienes sugerirán, e impondrán, “sus” obispos, que contribuirán a que el colectivo hispano siga marcado todavía por las consignas del concilio de Trento? ¿Facilitará el nombramiento de obispos, quienes, al estilo alemán, estén en disposición de ordenar como sacerdotes a hombres casados y, por supuesto, también a mujeres, casadas o sin casar, adelantándose a las demandas de una buena parte del pueblo de Dios, y aún a discretas insinuaciones “sinodales” del papa Francisco?
¿Rechaza de por sí el Nuncio la idea de que, con la crisis de vocaciones que se padece en España, pronto sin curas y sin episcopables, se recurra a sacerdotes sobre todo hispanoamericanos, para integrarlos en el listado de posibles pastores de las diócesis de España, con sus testimonios de pobreza, de sencillez y de cercanía, que define a la mayoría de ellos?
El Nuncio, por Nuncio, y por muy decano de honor que sea, del cuerpo diplomático, habrá de ser y ejercer de mensajero-intermediario del pueblo español y la Iglesia, por lo que sus conferencias de prensa, entrevistas y conversaciones con los profesionales de los medios de comunicación social, se celebrarán con la debida, santa e indiscriminada frecuencia. Y precisamente por Nuncio, no debiera prestarse a convertirse en sujeto- objeto de lujo con sus capisayos, en noticias e informaciones de sociedad, civil, política y aún “religiosa”.
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