La teóloga Gómez Acebo les devuelve su protagonismo Aradillas: "El exilio de la mujer en la Iglesia ha sido 'argumentado' por la jerarquía con falsedades bíblicas"
"La lectura de este nuevo libro, editado por San Pablo, es de obligado –y agradecido- cumplimiento, también a consecuencia de su dedicatoria “a todas las mujeres, para que no pierdan la esperanza de ver sus ilusiones cumplidas en la Iglesia”"
'Invisibles: las mujeres del Concilio', en San Pablo
Una buena, feliz y oportuna idea, realización y puesta en marcha de la editorial “San Pablo” y de cuyas adjetivaciones es merecedora también Isabel Gómez Acebo. “Que inaugura la colección de narrativa “Parábola”, novelando las peripecias que tuvieron estas grandes desconocidas en una cita que debió cambiar la historia de la Iglesia, y que está todavía pendiente de hacerse realidad”…
El libro lo intitula Isabel “Invisibles. Las mujeres del Concilio”, y cada una de las palabras del título, el texto de sus 126 páginas y el mismo estilo escogido en su exposición, hacen atractiva su lectura y su relectura, activando diversidad de comentarios. Isabel es toda una autoridad en el tema, conocida en la tarea-ministerio de la renovación de la Iglesia en general, y especialmente en relación con la marginación que en la misma padece la mujer, por mujer y que, gracias sobre todo a la labor del papa Francisco, se vislumbran ya esperanzas de redención y de recuperación teológica y pastoral.
El ministerio evangelizador que genuina y cristianamente ejercita Isabel es de alabar y así es valorado por muchos y muchas, con inclusión de parte de la clericalidad. Isabel está casada. Madre de seis hijos y abuela de 21 nietos, licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas y doctora “honoris causa” de la Universidad de San Louis (Misuri) “por su larga trayectoria académica consagrada al estudio”.
El siguiente párrafo sintetiza el contenido del libro: ”Un pequeño grupo de mujeres participó, casi de incógnito en el Concilio Vaticano II. Nombradas en contra de la voluntad de muchos padres conciliares, se embarcaron en la gran aventura eclesial del siglo XX en medio de un ambiente hostil, machista y discriminador. Recibieron muchas veces un “NO” por respuesta. Pero se enfrentaron a todas las trabas e hicieron escuchar su voz contra todo pronóstico. Su historia ha permanecido prácticamente invisible hasta nuestros días”.
La lectura de este nuevo libro de Isabel es de obligado –y agradecido- cumplimiento, también a consecuencia de su dedicatoria “a todas las mujeres, para que no pierdan la esperanza de ver sus ilusiones cumplidas en la Iglesia”. No se puede olvidar que, aunque la esperanza tenga nombre de mujer, -de Virgen y Madre de Dios-, el camino para exiliarse de la esclavitud que padece dentro de la Iglesia, es todavía largo, muy largo. Impuesto y “argumentado” por la jerarquía con falsedades bíblicas y “santipatrísticas” hoy inaceptables, absurdas y extemporáneas, cuando, por ejemplo, las Cortes, el Senado, y a su tiempo debido, hasta la presidencia del Jefe de Estado, tendrán calor y color femeninos…
Personalmente le manifiesto a Isabel mi satisfacción por el hecho de que su santa “abuela” se hubiera relacionado efectiva y afectivamente con Pilar Bellosillo, una de las primeras auditoras del Concilio Vaticano II. Con Pilar y en calidad de Consiliario Nacional de Mujeres de Acción Católica, yo coincidí siendo ella su Presidenta, antes de serlo de la UMOFC –Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas-.
Estoy convencido de que al mismísimo Apóstol san Pablo, misógino para tantos –por lo del velo o burka, y lo del silencio o mudez en la Iglesia-, la lectura del libro de Isabel le resultaría atractiva, interesante, educativa y provechosa.
La mujer está ya a punto de dejar de ser, -¡gracias sean dadas a Dios¡-, invisible en la vida, por lo que es pecado grave, muy grave, seguir obligándola a tener que exiliarse de las responsabilidades eclesiásticas, con eminente inclusión de las jerárquicas.