Una parece más "rural". Otra, más "de ricos" Aradillas: "La MISA de La2 (TVE) y la de la TRECE (CEE)"
¿Qué de religioso y de verdaderamente eclesial aporta hoy la “Trece”, no solo en relación con la liturgia, sino en las informaciones y criterios post-conciliares con los que evangelizar al pueblo de Dios?
Por si no lo sabíamos, o se nos hubiera olvidado, el Penitenciario Vaticano Cardenal Mauro Piacenza, acaba de adoctrinarnos, con alguna dosis de imprudencia, que tanto las absoluciones sacramentales como las misas “on line”, no “sirven” para el cumplimiento del precepto impuesto por la Iglesia. A unas y a otra la invalidan, para estos efectos, la no presencia no física de los beneficiarios posibles.
El tema da, y dará, mucho de sí, desde perspectivas teológico-morales, además de pastorales, antes o después de haber sorprendido o “escandalizado” a parte importante del pueblo de Dios, al que al menos le parece incoherente que “valga” la “Comunión espiritual”.
Pero mi reflexión va por otros caminos. Y esos pasan necesariamente por la retransmisión televisiva de las santas misas festivas en la “Dos” (TVE) y en la “TRECE” (CEE) o la “de los obispos” en lenguaje popular. Del mismo recojo determinadas sugerencias, con la única intención cristiana de que a algunos puedan serles útiles o provechosas para la educación de la fe.
A unos televidentes les da la impresión de que la misa de la “Dos” es como más misa y más religiosa y piadosa, que la de la “Trece”. Es más rural, más cercana a los asistentes, participantes o simplemente “oyentes” y bastante más espiritual, más pobre y de los pobres.
Otros –los más- televidentes, estiman que la “Trece” es más de los ricos. Es, y resulta, mucho más “función” y espectáculo, por sagrado que sea o se crea que es. Suelen estar presididas las celebraciones por Cardenales, arzobispos y obispos, a veces, no solo por uno, sino por varios, con incensarios repetidamente activos y activados,, con báculo y, sobre todo, con mitras . Lo de las mitras se hace indigesto para la mayoría de los asistentes. Distraen, ofenden los sentimientos religiosos –conscientes ya muchos de que sus orígenes son redomadamente paganos-, despojando a los obispos usuarios cualquier equivalencia y equiparación con las vestiduras de las que `pudiera haber hecho uso Jesús, el de Nazaret y el de la Santa Cena. Ni Él se reconocería a Sí mismo en estos acontecimientos, escenas, misterios y ministerios litúrgicos.
De “Santa” y de “Cena” así celebradas, tienen muy poco, nada o casi nada. La liturgia –esta liturgia- es la que manda hasta ahora, pero anhelando todos que se revise, se cambie y se renueve cuanto antes y no solo a la luz de la teología y del dogma, sino a la de los santos evangelios, sin faltar la colaboración activa del pueblo, desclericalizado, con el que en la actualidad se vive y convive
A todas las misas –también a las televisadas en la “TRECE” les sobran espectacularidad, procesiones, acólitos y monaguillos. Y canónigos. Y turiferarios, Y cantos que solo interprete el “coro” o el chantre del cabildo y no el pueblo- pueblo que es su protagonista. De estas misas está ausente la naturalidad, por muy sobrenatural y de actualidad que esta sea. En estas misas todo está previsto y es inmutable. No ha lugar para la improvisación por santa y urgente que sea. En las misas sobreabundan ritos y no pocas ceremonias sin alma y sin espíritu. Hay demasiada rutina y gestos sin sentido y hasta ridículos.
Las homilías, sobre todo las episcopales, son manifiestamente mejorables, y lo son mucho más si son leídas por el celebrante, sin descartar la tentación de pensar quién haya sido el autor o el “escribidor” de las mismas, que de todo hay en la Viña del Señor. El tono clerical o pontifical, los gestos, los puntos y comas, y otros signos gramaticales, pregonan con largueza que no de todas las homilías puede asegurarse que sus predicadores lo hacen en el nombre de Dios. De modo semejante a los mítines de los políticos, hay homilías que no dicen nada o casi nada. Y lo más grave es que fueron redactadas precisamente con tal intención y propósito.
¿Qué de religioso y de verdaderamente eclesial aporta hoy la “Trece”, no solo en relación con la liturgia, sino en las informaciones y criterios post-conciliares con los que evangelizar al pueblo de Dios?. Es tema de relevante e inaplazable reflexión para los clérigos y para los seglares, quienes, después de la celebración eucarística, en el espacio publicitario, serán “tentados” con informaciones acerca de los más caros y lujosos objetos con la firma de la “Galería del Coleccionista”. Pero, eso sí, “con total garantía y cómodos plazos”.