"La ausencia física de Jesús es retadora" Benjamín Forcano: "El Reino de Dios reposa sobre la piedra fundamental de la fraternidad"
"Si Dios es amor, amor deben ser sus hijos y con su amor deben amarse, haciendo imposible el odio, la desigualdad, la injusticia, la esclavitud, la marginación"
"Jesús, al contemplar cómo son hoy las relaciones entre nosotros y cómo tenemos planteadas las relaciones de unos pueblos con otros, no sé si quedaría espantado o decepcionado, o ambas cosas a la vez"
| Benjamín Forcano
Hace más de 2000 años que llegó Jesús de Nazaret y acampó en nuestro mundo. Y, con su vida y enseñanza, nos dejó la alternativa del Reino de Dios para realizarla en este nuestro vivir temporal y terreno. Ese Reino reposa sobre una piedra fundamental: la fraternidad, todos los humanos somos hermanos.
Como resulta que cada hermano es una imagen viva de Dios, todos somos hijos de Dios y hermanos entre sí. ¡Una gran familia! Familia que funde en uno el amor a Dios y al prójimo, ambos inseparables. Si Dios es amor, amor deben ser sus hijos y con su amor deben amarse, haciendo imposible el odio, la desigualdad, la injusticia, la esclavitud, la marginación.
Ya nadie que siga a Jesús puede engañar ni ser engañado: “Si alguien dice que ama a Dios, a quien no ve y aborrece al prójimo a quien ve, ese tal es un mentiroso”.
Jesús, al contemplar cómo son hoy las relaciones entre nosotros y cómo tenemos planteadas las relaciones de unos pueblos con otros, no sé si quedaría espantado o decepcionado, o ambas cosas a la vez. O acaso se preguntaría si tan difícil de cumplir es el mensaje que él nos dejó, y por qué.
Aunque quizás nos expresaría otra cosa, pues él mismo pudo experimentar en su vida que ese Reino de Dios –su proyecto de convivencia– pudo anunciarlo, pero apenas implantarlo y por causa de él, lo maldijeron y crucificaron.
"Nuestro destino, sin neutralidad posible, lo ejecuta nuestra libertad"
Es admirable, y retadora a la vez, la ausencia física de Jesús, que nos considera constituidos en iniciativa y responsabilidad propia para hacer realidad ese Reino en esta nuestra tierra.
Y es lo que explica la situación tantas veces inhumana entre nosotros: nuestra libertad, y la responsabilidad que le acompaña, rigen ese contencioso por salir de nuestro yo pequeño, discriminador y esclavizador hacia un yo comunitario universal, de igualdad y liberación.
Nuestra dependencia de Dios jamás debemos posponerla, con reclamo de un reemplazo suyo, para que nos resuelva lo que es competencia nuestra. Dios nos hizo, en medio del universo, como artífices y continuadores de su obra, siguiendo el camino y comportamiento de Jesús. El mundo está por hacer, y será lo que nosotros, unidos a Jesús -hombre cabal- decidamos hacer.
El futuro de la humanidad y del planeta tierra está en nuestras manos, podemos avanzar hacia una unidad universal, guiada por la igualdad, la solidaridad y el amor o hacia una pluralidad enfrentada, poseída de odio, maltrato y despotismo. Nuestro destino, sin neutralidad posible, lo ejecuta nuestra libertad, que actúa para bien o para mal, para querernos y vivir como hermanos o para aborrecernos y detestarnos como enemigos. Del amor, surge el respeto, el acuerdo y la solidaridad; del odio, el desprecio, la ruptura y la guerra.
Tarea que hereda cada persona dentro de una familia, de un pueblo, de una historia y de una cultura, forjadoras siempre de un proyecto doble de convivencia: fraternidad, igualdad y liberación o enemistad, desigualdad y dominación.
Se sepa o no, se quiera o no, eso es y a eso apunta el Natalicio 2019 de Jesús de Nazaret. Y ese Natalicio sobrevino para dar la vuelta radical a un sistema, llamado capitalista neoliberal, que niega los valores intrínsecos a nuestra manera de ser y convivir: amor, justicia, libertad, paz.
Con la cabeza, el corazón y las manos puestas en esa meta utópica universal, hemos dado cierre noble y festivo a este año 2019. Y sólo en relación a ese objetivo cobrarán sentido y sabor de gran fiesta cuantos regalos, viajes, encuentros, parabienes y alegrías despleguemos en estos días los unos con los otros.
Nos preparamos, pues, para la ardua tarea de lograr en el próximo año eliminar muchos grados de esa hostilidad, desigualdad e injusticia que malogran la estabilidad, la igualdad, la prosperidad, la libertad y la felicidad de todos. ¡Feliz año nuevo desde, con y para los demás!
Etiquetas