"Jesús sigue ofreciéndose como una fuente de sentido" Calvario y lavatorio
"Algo que podría dejar perplejos además a estos visitantes sería constatar que normalmente identificamos la ética con la obligación y el deber moral racional"
"En Semana Santa se pone tal énfasis en representar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que parece que estas serían lo más decisivo en Jesús, a costa de soslayar el conjunto de su vida y mensaje"
"En el pasado y en el presente, afirma el filósofo y teólogo Juan Antonio Estrada, Jesús sigue ofreciéndose como una fuente de sentido"
"En el pasado y en el presente, afirma el filósofo y teólogo Juan Antonio Estrada, Jesús sigue ofreciéndose como una fuente de sentido"
| Agustín Moreno Fernández
Si un cristiano y un pagano de hace veinte siglos nos visitaran en Semana Santa, muy probablemente el cristiano se sentiría más incómodo y escandalizado por ver gentes vitoreando, incensando, ofreciendo flores, arrodilladas u orando ante imágenes mudas, como si de dioses se tratase. Algo denostado por los primeros cristianos, como en la Carta a Diogneto, al hablar de las esculturas de los dioses paganos:
“¿No están todos ellos hechos de materia corruptible? ¿No fue el escultor el que los hizo? ¿No son todos ellos cosas sordas, ciegas, inanimadas, insensibles, inmóviles?”.
Empero, de no haber imágenes religiosas no se eliminarían posibles comportamientos idolátricos, detrás de tantas cosas, como el dinero, y nos privaríamos de una gran riqueza artística y espiritual, nunca exenta de ambigüedad.
Algo que podría dejar perplejos además a estos visitantes sería constatar que normalmente identificamos la ética con la obligación y el deber moral racional. En sus tiempos, en cambio, no podía no entenderse sino en relación también con la búsqueda de una vida buena y bien encaminada, incluyendo el componente religioso y espiritual (caso de estoicos y epicúreos).
No obstante, esos viajeros y nosotros coincidiríamos en esto otro. Afanados en hallar la felicidad, y aunque en circunstancias muy diferentes, su vertiente social y política, en vinculación con situaciones y problemas compartidos, queda situada en un secundario, marginal o inexistente lugar. Y, sin embargo, no pocos padecimientos, inquietudes, afanes, proyectos personales, tienen una dimensión social, política, educativa, ciudadana, cultural, que descubrir o retomar.
En Semana Santa se pone tal énfasis en representar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que parece que estas serían lo más decisivo en Jesús, a costa de soslayar el conjunto de su vida y mensaje. Y, lo que es peor, recobrando protagonismo una idea, más bien pagana, en la que la divinidad se concibe no como Dios misericordioso, sino como un ser sádico y colérico, que requiere y establece que la sangre de su hijo sea el digno pago por la ofensa de Adán, según la exitosa y cuestionable interpretación de san Anselmo de Canterbury.
Como si los valores del Sermón del Monte, la denuncia de la corrupción religiosa y política, y la aprobación o indiferencia de la misma gente que le aclamó entre palmas y ramos, no hubieran tenido nada que ver con su persecución y asesinato.
A cualquier persona de ayer y de hoy le sigue preocupando qué hacer de su vida, cómo orientarla, aquí y ahora, para que sea buena y merezca la pena. En el pasado y en el presente, afirma el filósofo y teólogo Juan Antonio Estrada, Jesús sigue ofreciéndose como una fuente de sentido, no sólo en la muerte y en la esperanza de su resurrección, sino a través de lo que conocemos de su biografía, que puede inspirar a cada cual de manera personal.
En tiempos de preocupación por la salud psicológica, donde pensamos tanto en nuestro mundo interior, hay quienes nos invitan a poner el foco también en el mundo exterior del que formamos parte, en el que verdaderamente estamos dentro, viviendo y desviviéndonos. Pues, como afirma el psicólogo Marino Pérez, la actual crisis de salud mental sería un síntoma de la sociedad en la que estamos, “mejorable siquiera empezando por la reconversión del consumidor en ciudadano”.
En el episodio del lavatorio de los pies (labor típica de esclavos para sus señores), narrado en el Evangelio de san Juan, hay quienes apuntan a que esa acción de Jesús alude, además, al reconocimiento de sus discípulos como sus semejantes, como seres humanos libres, “ciudadanos”, mostrando a la vez la asociación de esa dignidad con el servicio a los demás.
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