Encuentro de reflexión y espiritualidad en Bari, del 19 al 23 de febrero Cardenal Cristóbal López: "Las migraciones no son un problema, sino la consecuencia de muchos problemas"
El encuentro tendrá lugar en Bari, con el título "Mediterráneo, frontera de la paz", organizado por la Conferencia Episcopal Italiana
Estará presente el Cardenal Cristóbal López Romero, salesiano de 67 años, Arzobispo de Rabat. Para él, la migración es la cuestión extraeclesial más importante sobre la que hay trabajar juntos
"El Mediterráneo no puede seguir siendo una frontera de hambre, de sufrimiento, de desigualdad, de angustia, de muerte". "Es hora de dedicar un Sínodo a la migración, que es un fenómeno mundial", añade
Dentro de la Iglesia, lo que más le preocupa es "la falta de compasión que muestran muchos cristianos hacia sus hermanos y hermanas más frágiles y vulnerables, incluidos los migrantes"
"El Mediterráneo no puede seguir siendo una frontera de hambre, de sufrimiento, de desigualdad, de angustia, de muerte". "Es hora de dedicar un Sínodo a la migración, que es un fenómeno mundial", añade
Dentro de la Iglesia, lo que más le preocupa es "la falta de compasión que muestran muchos cristianos hacia sus hermanos y hermanas más frágiles y vulnerables, incluidos los migrantes"
| salesianos.info
(salesianos.info).- Del 19 al 23 de febrero de 2020 tendrá lugar en Bari el encuentro de reflexión y espiritualidad: “Mediterráneo, frontera de la paz”, promovido por la Conferencia Episcopal Italiana. Participarán más de cincuenta obispos en representación de las Conferencias Episcopales de los 19 países ribereños del Mediterráneo y estará presente el Cardenal Cristóbal López Romero, salesiano de 67 años, Arzobispo de Rabat, la capital de Marruecos.
En la invitación al encuentro se pidió a los obispos que indicaran cuáles son los problemas que consideran más importantes y urgentes. ¿Qué indicó usted al respecto?
En mi opinión, la cuestión extraeclesial más importante sobre la que debemos trabajar juntos es el fenómeno de la migración. Hace algún tiempo pensé en organizar un encuentro entre los obispos de los países africanos de donde parten los migrantes y los obispos de los países europeos a los que llegan los migrantes. El encuentro se celebró hace unas semanas. Desgraciadamente solo participó un obispo europeo de España. El Mediterráneo no puede seguir siendo una frontera de hambre, de sufrimiento, de desigualdad, de angustia, de muerte. Pero yo defino la migración como un “fenómeno”, no como un “problema”.
¿Por qué razón?
Las migraciones no son un problema sino la consecuencia de muchos problemas. Pobreza, guerras, hambre y cambios climáticos, un sistema económico que -como dice el papa Francisco- aplasta a pueblos enteros. Estos son los problemas que dan lugar al fenómeno de la migración. Por lo tanto, creo que, en Bari, al examinarlo, necesariamente tendremos que enfrentar las causas, razonar juntos y buscar soluciones.
¿Tiene alguna propuesta que le gustaría presentar a sus compañeros obispos?
Yo tendría una propuesta un tanto particular. En mi opinión es hora de dedicar un Sínodo a la migración, que es un fenómeno mundial. De hecho, no solo hay miles de migrantes que llegan a Europa; en África hay millones que se desplazan de un país a otro del continente, en Medio Oriente el Líbano, Jordania y Turquía acogen a millones de refugiados y en América del Sur el número de migrantes es impresionante. Toda la Iglesia Católica debería, en mi opinión, reflexionar sobre este tema y hacerlo cum Petro y sub Petro.
¿Cuál crees que es la cuestión intraeclesial más relevante y urgente que se abordará en el encuentro de Bari?
Creo que es la falta de compasión que muestran muchos cristianos hacia sus hermanos y hermanas más frágiles y vulnerables, incluidos los migrantes. Sufro mucho cuando, en España, algunas personas, después de haber participado en la celebración Eucarística, me piden, en un tono irónico, que no envíe más migrantes de Marruecos. Respondo explicando que las personas deben poder moverse, tienen derecho a hacerlo y no soy yo quien las envía. Y entonces me pregunto: ¿cómo es posible ir a misa y no sentir casi ninguna compasión por los hombres, mujeres y niños que están sufriendo?