"La dificultad mayor sería la garantía del sigilo sacramental" Dumar Espinosa: "¿Es la hora de los telesacramentos? Podría ser posible la teleconfesión"
"Si la participación actual a través de streaming en la eucaristía es posible dadas las circunstancias actuales, con la recomendada comunión espiritual, a pesar de las retransmisiones de misas grabadas con semanas e incluso meses de anterioridad, podría ser posible también la teleconfesión"
"Tonsuras, sotanas, fórmulas latinas, cantos gregorianos, tiaras, capas pluviales, ósculos y demás, hacen parte de la milenaria cultura eclesiástica pero no son el dato esencial de la fe en Cristo"
"La eficacia de la obra salvadora de Cristo no depende de la cercanía material"
"El Hospital de campo de Francisco deberá reinventarse o mejor reformarse, en el sentido de volver a la forma original del Evangelio, para que las prácticas y las maneras palaciegas y las disciplinas de la Contrarreforma no ahoguen la semilla de la fe"
"La eficacia de la obra salvadora de Cristo no depende de la cercanía material"
"El Hospital de campo de Francisco deberá reinventarse o mejor reformarse, en el sentido de volver a la forma original del Evangelio, para que las prácticas y las maneras palaciegas y las disciplinas de la Contrarreforma no ahoguen la semilla de la fe"
| Dumar Iván Espinosa Molina
Es tiempo de volver a lo esencial. También en la fe. Ornamentos, venias y prácticas comunitarias centenarias que hace unos meses creíamos indispensables para vivir la fe común, con la cuarentena universal por la pandemia, se demostraron innecesarios incluso en la principal semana para los cristianos.
Por la urgencia de atender espiritualmente a los fieles, sacerdotes de todo el planeta demuestran su vocación al servicio transmitiendo por streaming eucaristías, llevando el santísimo sacramento por los barrios de las ciudades y aldeas, enviando videomensajes por las redes sociales a sus feligreses. Espectáculo maravilloso de la “Iglesia en salida” que inventa nuevas formas de expresar la fe.
Ante tanta novedad, una en particular causó inquietud en las autoridades eclesiásticas: ¿es posible administrar el sacramento de la reconciliación por teléfono, o por internet? ¿Es la hora de los telesacramentos? El Vaticano II no llegó a tanto. Si antes de la cita conciliar era común la práctica de la misa dicha por el sacerdote diariamente sin fieles presentes, ahora la concelebración es la práctica habitual. La asamblea eucarística participativa fue la principal novedad litúrgica del concilio.
Si la participación actual a través de streaming en la eucaristía es posible dadas las circunstancias actuales, con la recomendada comunión espiritual, a pesar de las retransmisiones de misas grabadas con semanas e incluso meses de anterioridad, podría ser posible también la teleconfesión. En este caso, más que la duda en la efectividad del sacramento, la dificultad mayor sería la garantía del sigilo sacramental. Aspecto no menor que los pastores deben tener en cuenta.
El episodio del centurión que implora a Jesús la sanación de su siervo enseña que la fe es lo esencial para la efectividad de la obra de salvación: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo” (Lc 7, 6). Escribe el evangelista que “cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano” (Lc 7, 9). De modo que la eficacia de la obra salvadora de Cristo no depende de la cercanía material.
Incluso en la Bendición urbi et orbi con el despliegue mediático mundial, el cardenal diácono menciona que la indulgencia plenaria alcanza “a todos los fieles presentes y a aquellos que reciben su bendición a través de la radio, de la televisión o de las nuevas tecnologías de comunicación”. La práctica del perdón y de las indulgencias no se limita entonces a la proximidad material.
Lo esencial permite superar la consideración mágica de sacramentos y sacramentales según la cual éstos obrarían si se es alcanzado por una gota de agua bendita, o si se quita o no la patena que cubre el cáliz en el momento de la epíclesis, o si demora determinado tiempo la imposición de manos en la ordenación, etc.
Antes del Vaticano II, otros muchos ritos que parecían esenciales se demostraron innecesarios. Algunos que estaban apegados a las prácticas preconciliares prefirieron, tal vez obrando en conciencia, desconocer y combatir las nuevas indicaciones de la Sacrosanctum Concilium y el nuevo Ordo Misae. Dicen que el mismo Pablo VI lloró cuando asistió a una de las primeras eucaristías celebradas en san Pedro según el nuevo rito, nostálgico del rito anterior.
Tonsuras, sotanas, fórmulas latinas, cantos gregorianos, tiaras, capas pluviales, ósculos y demás, hacen parte de la milenaria cultura eclesiástica pero no son el dato esencial de la fe en Cristo y en su Iglesia.
De modo que algunas prácticas de la actualidad podrían demostrarse con el pasar de los años, quizá de los siglos, que no son fundamentales para seguir a Cristo y para llevar su mensaje a todos los rincones del mundo. Las disciplinas pueden cambiar en una Iglesia en “estado de reforma permanente”, en el sentido de volver a su forma original, al Evangelio simple sin glosa.
Considerando lo anterior, preocupa en la actualidad el grado de sobreexposición mediática a que es sometido el sucesor del apóstol Pedro. El otrora prisionero del Vaticano es ahora la portada de los diarios del mundo entero. Su firma da garantía a todo tipo de mensajes que circulan en internet. Pero también su imagen y firma son manipuladas en fake news y memes que pretenden reproducir su mensaje genuino. Menos mal los últimos pontífices han sido santos dignos de imitación.
Si bien es cierto que según la doctrina católica el papa de turno es el sucesor del apóstol Pedro con el poder de las llaves (Mt 16, 19), encargado por el Señor de atar y desatar, y de confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22, 31-32), su ministerio corre el riesgo contemporáneo de manipulación mediática. Aun cuando, el primado (Pastor Aeternus, año 1870) es una nota esencial de la fe católica, no es la única. También lo es la colegialidad episcopal (Lumen Gentium, año 1964). Aspecto no menor a tener en cuenta en el caso de las decisiones del Sínodo de los obispos.
Volver a lo esencial es reconocer las funciones de los distintos miembros del cuerpo místico de Cristo (1 Cor, 12), es reconocer la provisionalidad de las personas, de las prácticas y de las disciplinas.
Las formas y disciplinas del modelo de Iglesia “sociedad perfecta” de la definición de san Roberto Belarmino fueron copiadas del modelo monárquico y vertical del Imperio Romano. El Hospital de campo de Francisco deberá reinventarse o mejor reformarse, en el sentido de volver a la forma original del Evangelio, para que las prácticas y las maneras palaciegas y las disciplinas de la Contrarreforma no ahoguen la semilla de la fe.