El asilo, el desamparo y aún la indigencia les amenazan Exención del celibato para los curas jubilados

(Antonio Aradillas).-No están lejanos los tiempos en los que "los curas de pueblo" fueron y actuaron como los más acreditados promotores de su comunidad y no sólo por motivaciones religiosas. A él acudían la mayoría de los feligreses, ciudadanos a la vez, portadores de problemas humanos y divinos, con la confianza y la seguridad de encontrar en su párroco rural las soluciones que entonces podían ser estimadas como las más aproximadamente correctas.

Sin medios, con formación deficiente, atípica y utópica, el cura del pueblo resultaba ser paño de lágrimas, gestor, psicólogo, concertador y arreglador de matrimonios, conseguidor de trabajos, de plazas de colegios gratuitos y de hospitales de beneficencia, escritor amanuense de cartas de novias y novios, de soldados y emigrantes, recomendador por antonomasia, asesor y consejero universal, profesor particular, albacea, testigo, fiador, garante e informador oficial y oficioso de buenas conductas...

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